Adaptación a redacción en primera persona.
1.
Hablo simplemente cuando es necesario. Pienso lo que voy a
decir antes de abrir la boca. Soy breve y preciso ya que cada vez que dejo
salir una palabra, dejo salir al mismo tiempo una parte de mi chi. De esta
manera aprendo a desarrollar el arte de hablar sin perder energía. Nunca hago
promesas que no puedo cumplir. No me quejo y no utilizo en mi vocabulario
palabras que proyecten imágenes negativas porque se producirá alrededor de mi
todo lo que he fabricado con mis palabras cargadas de chi.
1.
Si no tengo nada bueno, verdadero y útil qué decir, es
mejor quedarse callado y no decir nada. Aprendo a ser como un espejo: Escucho y
reflejo la energía. El universo mismo es el mejor ejemplo de un espejo que la
naturaleza me ha dado, porque el universo acepta sin condiciones mis
pensamientos, mis emociones, mis palabras, mis acciones y me envía el reflejo
de mi propia energía bajo la forma de las diferentes circunstancias que se
presentan en mi vida.
1.
Si me identifico con el éxito, tengo éxito. Si me identifico
con el fracaso, obtendré fracasos. Así puedo observar que las circunstancias
que vivo son simplemente manifestaciones externas del contenido de mi
habladuría interna.
1.
Aprendo a ser como el universo, escuchando y reflejando la
energía sin emociones densas y sin prejuicios. Porque siendo como un espejo sin
emociones aprendo a hablar de otra manera. Con el poder mental tranquilo y en
silencio, sin darle oportunidad de imponerme con mis opiniones personales y
evitando que tenga reacciones emocionales excesivas, simplemente permito una
comunicación sincera y fluida.
1.
No me doy mucha importancia, y soy humilde, pues cuanto más
me muestro superior, inteligente y prepotente, más me vuelvo prisionero de mi
propia imagen y vivo en un mundo de tensión e ilusiones. Soy discreto, preservo
mi vida íntima, de esta manera me libero de la opinión de los otros y llevare
una vida tranquila volviéndome invisible, misterioso, indefinible, insondable
como el Tao.
1.
No compito con los demás, me vuelvo como la tierra que nos
nutre, que nos da lo que necesitamos. Ayudo a los otros a percibir sus
cualidades, a percibir sus virtudes, a brillar. El espíritu competitivo hace
que crezca el ego y crea conflictos inevitablemente. Tengo confianza en mí
mismo, preservo mi paz interna evitando entrar en la provocación y en las
trampas de los otros.
1.
No me comprometo fácilmente. Si actúo de manera precipitada
sin tomar conciencia profunda de la situación, me voy a crear complicaciones La
gente no tiene confianza en aquellos que muy fácilmente dicen “sí”, porque
saben que ese famoso “sí” no es sólido y le falta valor. Tomo un momento de
silencio interno para considerar todo lo que se presenta y tomo mi decisión
después. Así desarrollare la confianza en mí mismo y la sabiduría.
1.
Si realmente hay algo que no se, o no tengo la respuesta a
la pregunta que me han hecho, lo acepto. El hecho de no saber es muy incómodo
para el ego porque le gusta saber todo, siempre tener razón y siempre dar su
opinión muy personal. En realidad el ego no sabe nada, simplemente hace creer
que sabe.
1.
Evito el hecho de juzgar y de criticar, el Tao es imparcial
y sin juicios, no critica a la gente, tiene una compasión infinita y no conoce
la dualidad. Cada vez que juzgo a alguien lo único que hago es expresar mi
opinión muy personal y es una pérdida de energía, es puro ruido. Juzgar es una
manera de esconder mis propias debilidades. El sabio tolera todo y no dirá ni
una palabra.
1.
Recuerdo que todo lo que me molesta de los otros es una
proyección de todo lo que todavía no he resuelto de mi mismo. Dejo que cada
quien resuelva sus propios problemas y concentro mi energía en mi propia vida. Me
ocupo de mi mismo, no me defiendo.
1.
Cuando trato de defenderme en realidad estoy dándole
demasiada importancia a las palabras de los otros y le doy más fuerza a su
agresión. Si acepto el no defenderme estoy mostrando que las opiniones de los
demás no me afectan, que son simplemente opiniones y que no necesito convencer
a los otros para ser feliz.
1.
Mi silencio interno me vuelve impasible. Hago regularmente
un ayuno de la palabra para volver a educar al ego que tiene la mala costumbre
de hablar todo el tiempo. Practico el arte de no hablar. Tomo un día a la
semana para abstenerme de hablar. O por lo menos algunas horas en el día según
lo permita mi organización personal. Este es un ejercicio excelente para
conocer y aprender el universo del Tao ilimitado en lugar de tratar de explicar
con las palabras qué es el Tao.
1.
Progresivamente desarrollo el arte de hablar sin hablar y mi
verdadera naturaleza interna reemplazará mi personalidad artificial, dejando
aparecer la luz de mi corazón y el poder de la sabiduría del silencio. Gracias
a esta fuerza atraigo hacia mi todo lo que necesito para realizarme y liberarme
completamente. Pero tengo cuidado de que el ego no se inmiscuya. El poder
permanece cuando el ego se queda tranquilo y en silencio. Si mi ego se impone y
abusa de este poder el mismo poder se convertirá en un veneno, y todo mi ser se
envenenará rápidamente.
1.
Me quedo en silencio, cultivo mi propio poder interno.
Respeto la vida de los demás y de todo lo que existe en el mundo. No trato de
forzar, manipular y controlar a los otros. Me convierto en mi propio maestro y
dejo a los demás ser lo que son, o lo que tienen la capacidad de ser. Dicho en
otras palabras, vivo siguiendo la vida sagrada del Tao.
Texto taoísta traducido por Oscar Salazar
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