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lunes, 29 de abril de 2013

Resiliencia, la capacidad de autosostenerse

Alberto D. Fraile Oliver 
 
Hace algún tiempo, la palabra sostenibilidad se puso de moda. En pocos años pasó de ser un concepto exótico a convertirse en una palabra maltratada y explotada por todos. Si hubiéramos aplicado el significado de la palabra sostenibilidad (el equilibrio de un sistema con los recursos del entorno) la mitad de lo que la hemos citado, ahora no necesitaríamos con urgencia recurrir a una nueva palabra: resiliencia. 
 
Permíteme querido lector que te hable de ella. Es un poco rara, pero su importancia es vital en este momento. Los ingenieros, psicólogos y ecólogos la conocen bien pero ha llegado el momento de que dé el salto al lenguaje cotidiano y la incorporemos todos a nuestro vocabulario, porque el significado de la palabra resiliencia tiene mucho que aportarnos en los próximos años. 
 
Resiliencia no es otra cosa que la capacidad de un sistema de absorber impactos. En el mundo de la psicología Boris Cyrulnik ha trabajado mucho sobre este concepto y lo define como “el resorte de aquellos que después de recibir un golpe, pudieron superarlo e, incluso, salir reforzados”. 
 
Tiene un origen similar a la palabra estrés pero con matices diferentes. Si el estrés es un término tomado de la mecánica que define el esfuerzo al que está sometido un material (por ejemplo, una viga), la resiliencia se usa en la física de los materiales para expresar la capacidad de recuperación de ese esfuerzo. De la misma forma que un objeto abollado recobra su forma primitiva si tiene la suficiente elasticidad, los seres humanos dotados de una resiliencia natural o adquirida serán capaces de salir de un colapso si consiguen desarrollar plasticidad interior. 
 
Esta plasticidad se puede manifestar ante la destrucción, mostrando una gran facultad de proteger la propia integridad bajo presión y frente a la adversidad, estableciendo una actitud vital positiva pese a circunstancias difíciles. 
 
El renacer del Ave Fénix 
 
La resiliencia es la capacidad de autosostenerse. Se empezó a estudiar en psicología al observarse que algunos niños y adultos lograban salir adelante después de haber sufrido situaciones adversas graves. Los psicólogos empezaron a preguntarse qué características hacían que unas personas se recuperaran antes de un colapso y se dieron cuenta que compartían tres ragos principales: 
 
La capacidad de juego y el sentido del humor. 
 
La habilidad de no tomarse las cosas tan a pecho permite relativizar y no derrumbarse ante la adversidad 
 
El sentimiento de esperanza. 
 
Para ello es fundamental tener al menos a alguien en quién apoyarse. Son imprescindibles los vínculos que enriquecen y aportan luz al final del túnel. 
 
El autosostén. Es necesario encontrar los elementos que devuelvan la autoestima y la confianza para sentir que el universo es un lugar amable y no siempre hostil. 
 
En resumen, una persona resiliente es aquella que se toma un reto como una diversión y no como una desgracia. No se trata de ser invulnerable, sino de ser capaz de generar recursos propios para salir fortalecido de situaciones complicadas. La clave está en tomarlas como un desafío que alecciona y estimula y no como una fatalidad del destino. 
 
Esto también se puede aprender 
 
Nadie dijo que la vida fuera fácil. Todos nos enfrentamos a acontecimientos duros: la muerte de un ser querido, una enfermedad complicada, experiencias laborales difíciles, problemas serios de pareja, la soledad, el aislamiento social, la competitividad, el desempleo, los problemas económicos… Ante estas situaciones las personas reaccionan de distinta manera según su grado de vulnerabilidad o resiliencia. 
 
Todos podemos desarrollar nuestra capacidad de resiliencia. Para ello hay que estar dispuesto a cambiar las propias actitudes, entrenarse en técnicas de modificación del pensamiento, aprender a interpretar los acontecimientos de otra manera, recuperando la capacidad de reflexionar sobre sí mismo, trabajándose la valoración de la propia personalidad, adquiriendo habilidades sociales como la asertividad, aprendiendo a hablar positivamente… 
 
Pistas para desarrollar la resiliencia 
 
La introspección. Ser capaces de entrar dentro de uno mismo, observarse y reflexionar. 
 
La independencia. Ser capaces de establecer límites emocionales y físicos entre uno mismo y los ambientes adversos. Sin aislarse, claro. 
 
La iniciativa. Se trata de afrontar los problemas y ejercer control sobre ellos. 
 
El sentido del humor. Que nos capacita para ver el lado cómico en las situaciones adversas. 
 
La creatividad. Que trae orden y belleza a partir del caos y el desorden. Y permite canalizar emociones como la soledad, el miedo, la rabia y la desesperanza. 
 
La ética. Que nos ayuda a desear una vida personal y social digna y estable, un compromiso con ciertos valores elevados que nos permite tomar decisiones. 
 
Los vínculos sanos. Que nos permiten darnos a conocer y disfrutar de los otros. 
 
24 fortalezas para un carácter resiliente 
 
Sabiduría y conocimiento REVISTA NAMASTÉ 
 
1. Curiosidad, interés por el mundo: Tener interés por lo que sucede en el mundo, encontrar temas fascinantes, explorar y descubrir nuevas cosas. 
 
2. Amor por el conocimiento y el aprendizaje: Llegar a dominar nuevas materias y conocimientos, tendencia continua a adquirir nuevos aprendizajes. 
 
3. Juicio, pensamiento crítico, mentalidad abierta: Pensar sobre las cosas y examinar todos sus significados y matices. No sacar conclusiones al azar, sino tras evaluar cada posibilidad. Estar dispuesto a cambiar las propias ideas en base a la evidencia. 
 
4. Ingenio, originalidad, inteligencia práctica: Pensar en nuevos y productivos caminos y formas de hacer las cosas. 
 
5. Perspectiva: Ser capaz de dar consejos sabios y adecuados a los demás, encontrando caminos no sólo para comprender el mundo sino para ayudar a comprenderlo a los demás. 
  
6. Valentía: No dejarse intimidar ante la amenaza, el cambio, la dificultad o el dolor. Ser capaz de actuar según las propias convicciones aunque eso suponga ser criticado. 
 
7. Perseverancia y diligencia: Terminar lo que uno empieza. Persistir en una actividad aunque existan obstáculos. Obtener satisfacción por las tareas emprendidas y que consiguen finalizarse con éxito. 
 
8. Integridad, honestidad, autenticidad: Ir siempre con la verdad por delante, no ser pretencioso y asumir la responsabilidad de los propios sentimientos y acciones emprendidas. 
 
9. Vitalidad y pasión por las cosas: Afrontar la vida con entusiasmo y energía. Hacer las cosas con convicción y dando todo de uno mismo. Vivir la vida como una apasionante aventura, sintiéndose vivo y activo. 
 
10. Amor, apego, capacidad de amar y ser amado: Tener importantes y valiosas relaciones con otras personas, en particular con aquellas en las que el afecto y el cuidado son mutuos. Sentirse cerca y apegado a otras personas. 
 
11. Simpatía, amabilidad, generosidad: Hacer favores y buenas acciones para los demás, ayudar y cuidar a otras personas. 
 
12. Inteligencia emocional, personal y social: Tener empatía. Ser consciente de las emociones y sentimientos tanto de uno mismo como de los demás, saber como comportarse en las diferentes situaciones sociales, saber que cosas son importantes para otras personas. 
 
13. Ciudadanía, civismo, lealtad, trabajo en equipo: Trabajar bien dentro de un equipo o grupo de personas, ser fiel al grupo y sentirse parte de él. 
 
14. Sentido de la justicia, equidad: Tratar a todas las personas como iguales en consonancia con las nociones de equidad y justicia. Dar a todo el mundo las mismas oportunidades. 
 
15. Liderazgo: Animar al grupo del que uno es miembro para hacer cosas, así como reforzar las relaciones entre las personas de dicho grupo. Organizar actividades grupales y llevarlas a buen término. 
 
16. Capacidad de perdonar, misericordia: Capacidad de perdonar a aquellas personas que han actuado mal, dándoles una segunda oportunidad, no siendo vengativo ni rencoroso. 
 
17. Modestia, humildad: Dejar que sean los demás los que hablen de uno mismo, no buscar ser el centro de atención y no creerse más especial que los demás. 
 
18. Prudencia, discreción, cautela: Ser cauteloso a la hora de tomar decisiones, no asumiendo riesgos innecesarios ni diciendo o haciendo nada de lo que después uno se pueda arrepentir. 
 
19. Auto-control, auto-regulación: Tener capacidad para regular los propios sentimientos y acciones. Tener disciplina y control sobre los impulsos y emociones. 
 
20. Apreciación de la belleza y la excelencia, capacidad de asombro: Saber apreciar la belleza de las cosas, del día a día, o interesarse por aspectos de la vida como la naturaleza, el arte, la ciencia… 
 
21. Gratitud: Ser consciente y agradecer las cosas buenas que a uno le pasan. Saber dar las gracias. 
 
22. Esperanza, optimismo, proyección hacia el futuro: Esperar lo mejor para el futuro y trabajar para conseguirlo. Creer que un buen futuro es algo que está en nuestras manos conseguir. 
 
23. Sentido del humor: Disfrutar de la risa y las bromas, sonreír con frecuencia, ver el lado positivo de la vida. 
 
24. Espiritualidad, fe, sentido religioso: Pensar que existe un propósito o un significado universal en las cosas que ocurren en el mundo y en la propia existencia. Creer que existe algo superior que da forma a nuestra conducta y nos protege. 
 
Fuente: Manual de clasificación Character Strengths and Virtues

jueves, 25 de abril de 2013

Hojas que se desprenden

"Siempre me ha parecido espectacular la caída de una hoja. Ahora, sin embargo, me doy cuenta que ninguna hoja “se cae” sino que llegado el escenario del otoño inicia la danza maravillosa del soltarse.
 
Cada hoja que se suelta es una invitación a nuestra predisposición al desprendimiento. Las hojas no caen, se desprenden en un gesto supremo de generosidad y profundo de sabiduría: la hoja que no se aferra a la rama y se lanza al vacío del aire sabe del latido profundo de una vida que está siempre en movimiento y en actitud de renovación.
 
La hoja que se suelta comprende y acepta que el espacio vacío dejado por ella es la matriz generosa que albergará el brote de una nueva hoja. La coreografía de las hojas soltándose y abandonándose a la sinfonía del viento traza un indecible canto de libertad y supone una interpelación constante y contundente para todos y cada uno de los árboles humanos que somos nosotros.
 
Cada hoja al aire me está susurrando al oído del alma ¡suéltate!, ¡entrégate!, ¡abandónate! y ¡confía
 
Cada hoja que se desata queda unida invisible y sutilmente a la brisa de su propia entrega y libertad. Con este gesto la hoja realiza su más impresionante movimiento de creatividad ya que con él está gestando el irrumpir de una próxima primavera.
 
Reconozco y confieso públicamente, ante este público de hojas moviéndose al compás del aire de la mañana, que soy un árbol al que le cuesta soltar muchas de sus hojas. Tengo miedo ante la incertidumbre del nuevo brote. Me siento tan cómodo y seguro con estas hojas predecibles, con estos hábitos perennes, con estas conductas fijadas, con estos pensamientos arraigados, con este entorno ya conocido…
 
Quiero, en este tiempo, sumarme a esa sabiduría, generosidad y belleza de las hojas que “se dejan caer”. Quiero lanzarme a este abismo otoñal que me sumerge en un auténtico espacio de fe, confianza, esplendidez y donación.
 
Sé que cuando soy yo quien se suelta, desde su propia conciencia y libertad, el desprenderse de la rama es mucho menos doloroso y más hermoso. Sólo las hojas que se resisten, que niegan lo obvio, tendrán que ser arrancadas por un viento mucho más agresivo e impetuoso y caerán al suelo por el peso de su propio dolor."
 
Del libro “La Sabiduría de Vivir” de José María Toro

miércoles, 10 de abril de 2013

No se tiene ningún deseo de seguir el ejemplo de Jesús

Hasta donde el suplicio y el sufrimiento se han arraigados en nuestras creencias por designio de quienes promulgan una religiosidad... o hasta donde, como un Cristo, debemos ser conscientes de la inmensa victoria y gloria alcanzada por Jesús, el Cristo... y hasta donde, cada quien, puedes Ser, el Cristo, en el aquí y en el ahora, pero aquel victorioso...

“Los cristianos han multiplicado por todo el mundo las representaciones de Jesús crucificado. Han querido mostrar la inmensidad de su sacrificio. Pero, ¿por qué no presentarlo, más a menudo, triunfando ante la muerte, en la gloria y la luz, para impulsar a los humanos a que sean como él? Insistiendo tanto sobre su suplicio, algo se oscurece en sus conciencias. Por supuesto, los corazones tiernos quedan afectados y derraman algunas lágrimas. Pero ¿cómo sentirse exaltado si continuamente se nos muestra a un ser martirizado, sangrando y coronado de espinas? No se tiene ningún deseo de seguir su ejemplo. Para poder alentar a los humanos, es necesario presentarles la belleza, la grandeza.

Se puede hablar de la crucifixión de Jesús pero dándole, al mismo tiempo, una interpretación más amplia. La de Cristo en la cruz, un Iniciado ve el Alma del mundo ofreciéndose, a las cuatro direcciones del espacio, para sostener y alimentar a todas las criaturas. ¿Pero es esta la dimensión sublime y gloriosa que se presenta a los cristianos?" Omraam Mikhaël Aïvanhov

Hasta pronto _/|\_