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viernes, 28 de septiembre de 2012

Los cuatro acuerdos de la sabiduría Tolteca por Miguel Ruiz


Separador
Se Impecable con tus palabrasNiño pidiendo silencio
El primer acuerdo es el más importante, también el más difícil de cumplir. Es tan importante que sólo con él ya serás capaz de alcanzar el nivel de existencia que yo denomino «el cielo en la tierra». Parece ser un acuerdo muy simple, pero es sumamente poderoso.
¿Por qué tus palabras? Porque constituyen el poder que tienes para crear. Son un don que proviene directamente de Dios. En la Biblia, el Evangelio de San Juan empieza diciendo: «En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios». Mediante las palabras expresas tu poder creativo, lo revelas todo. Independientemente de la lengua que hables, tu intención se pone de manifiesto a través de las palabras. Lo que sueñas, lo que sientes y lo que realmente eres, lo muestras por medio de las palabras. Son la herramienta más poderosa que tienes como ser humano, el instrumento de la magia. Pero son como una espada de doble filo: pueden crear el sueño más bello o destruir todo lo que te rodea. Uno de los filos es el uso erróneo de las palabras, que crea un infierno en vida. El otro es la impecabilidad de las palabras, que sólo engendrará belleza, amor y el cielo en la tierra. Según cómo las utilices, las palabras te liberarán o te esclavizarán aún más de lo que imaginas. Toda la magia que posees se basa en tus palabras. Son pura magia, y si las utilizas mal, se convierten en magia negra.
Esta magia es tan poderosa, que una sola palabra puede cambiar una vida o destruir a millones de personas. Hace años, en Alemania, mediante el uso de las palabras, un hombre manipuló a un país entero de gente muy inteligente. Los llevó a una guerra mundial sólo con el poder de sus palabras. La mente humana es como un campo fértil en el que continuamente se están plantando semillas. Las semillas son opiniones, ideas y conceptos. Tú plantas una semilla, un pensamiento y éste crece. Las palabras son como semillas, ¡y la mente humana es muy fértil! El único problema es que, con demasiada frecuencia, es fértil para las semillas del miedo. Todas las mentes humanas son fértiles, pero sólo para la clase de semilla para la que están preparadas. Lo importante es descubrir para qué clase de semillas es fértil nuestra mente y prepararla para recibir las semillas del amor.
Todo ser humano es un mago, y por medio de las palabras, puede hechizar a alguien o liberarlo de un hechizo. Continuamente estamos lanzando hechizos con nuestras opiniones. Por ejemplo, me encuentro con un amigo y le doy una opinión que se me acaba de ocurrir. Le digo: «¡Mmmm! Veo en tu cara el color de los que acaban teniendo cáncer». Si escucha esas palabras y está de acuerdo, desarrollará un cáncer en menos de un año. Ese es el poder de las palabras.
Durante nuestra domesticación, nuestros padres y hermanos expresaban sus opiniones sobre nosotros sin pensar. Nosotros nos creíamos lo que nos decían y vivíamos con el miedo que nos provocaban sus opiniones.
Este acuerdo es muy difícil de romper y es posible que te lleve a realizar muchas cosas con el único fin de convencerte de que realmente eres estúpido. Puede que hagas algo y te digas a ti mismo: «Me gustaría ser inteligente, pero debo de ser estúpido, porque si no lo fuera, no habría hecho esto». La mente se mueve en cientos de direcciones diferentes y podríamos pasarnos días enteros atrapados únicamente por la creencia en nuestra propia estupidez. Pero un día alguien capta tu atención y con palabras te hace saber que no eres estúpido. Crees lo que esa persona dice y llegas a un nuevo acuerdo. Y el resultado es que dejas de sentirte o de actuar como un estúpido. Se ha roto todo el hechizo sólo con la fuerza de las palabras. Y a la inversa, si crees que eres estúpido y alguien capta tu atención y te dice: «Sí, realmente eres la persona más estúpida que jamás he conocido», el acuerdo se verá reforzado y se volverá todavía más firme.
Veamos ahora lo que significa la palabra «impecabilidad». Significa «sin pecado». «Impecable» proviene del latín pecatus, que quiere decir «pecado». El im significa «sin», de modo que «impecable» quiere decir «sin pecado». Las religiones hablan del pecado y de los pecadores, pero entendamos qué significa realmente pecar. Un pecado es cualquier cosa que haces y que va contra ti. Todo lo que sientas, creas o digas que vaya contra ti es un pecado. Vas contra ti cuando te juzgas y te culpas por cualquier cosa. No pecar es hacer exactamente lo contrario. Ser impecable es no ir contra ti mismo. Cuando eres impecable, asumes la responsabilidad de tus actos, pero sin juzgarte ni culparte. Desde este punto de vista, todo el concepto de pecado deja de ser algo moral o religioso para convertirse en una cuestión de puro sentido común. El pecado empieza con el rechazo de uno mismo. El mayor pecado que cometes es rechazarte a ti mismo. En términos religiosos, el autorrechazo es un «pecado mortal», es decir que te conduce a la muerte. En cambio, la impecabilidad te conduce a la vida.
Ser impecable con tus palabras es no utilizarlas contra ti mismo. Si te veo en la calle y te llamo estúpido, puede parecer que utilizo esa palabra contra ti pero en realidad la utilizo contra mí mismo, porque tú me odiarás por ello y tu odio no será bueno para mí. Por lo tanto, si me enfurezco y con mis palabras te envío todo mi veneno emocional, las estoy utilizando en mi contra.
Si me amo a mí mismo, expresaré ese amor en mis relaciones contigo y seré impecable con mis palabras, porque la acción provoca una reacción semejante. Si te amo, tú me amarás. Si te insulto, me insultarás. Si siento gratitud por ti, tú la sentirás por mí. Si soy egoísta contigo, tú lo serás conmigo. Si utilizó mis palabras para hechizarte, tú emplearás las tuyas para hechizarme a mí.
Ser impecable con tus palabras significa utilizar tu energía correctamente, en la dirección de la verdad y del amor por ti mismo. Si llegas a un acuerdo contigo para ser impecable con tus palabras, eso bastará para que la verdad se manifieste a través de ti y limpie todo el veneno emocional que hay en tu interior.
En el infierno, el poder de las palabras se emplea de un modo totalmente erróneo. Las usamos para maldecir, para culpar, para reprochar, para destruir. También las utilizamos correctamente, por supuesto, pero no lo hacemos muy a menudo. Por lo general, empleamos las palabras para propagar nuestro veneno personal: para expresar rabia, celos, envidia y odio. Las palabras son pura magia -el don más poderoso que tenemos como seres humanos- y las utilizamos contra nosotros mismos. Las usamos para fomentar el odio entre diferentes personas, entre las familias, entre las naciones… Hacemos un mal uso de las palabras con gran frecuencia, y así es como creamos y perpetuamos el sueño del infierno. Con el uso erróneo de las palabras, nos perjudicamos los unos a los otros y nos mantenemos mutuamente en un estado de miedo y duda. Dado que las palabras son la magia que poseemos los seres humanos y su uso equivocado es magia negra, utilizamos la magia negra constantemente sin tener la menor idea de ello.
Considera las relaciones humanas diarias, e imagínate cuántas veces nos lanzamos hechizos los unos a los otros con nuestras palabras. Con el tiempo, esto se ha convertido en la peor forma de magia negra: son los chismes. Los chismes son magia negra de la peor clase, porque son puro veneno. Aprendimos a contar chismes por acuerdo. De niños, escuchábamos a los adultos que nos rodeaban chismorrear sin parar y expresar abiertamente su opinión sobre otras personas. Incluso opinaban sobre gente a la que no conocían. Mediante esas opiniones, transferían su veneno emocional, y nosotros aprendimos que ésta era la manera normal de comunicarse.
Si adoptamos el Primer Acuerdo y somos impecables con nuestras palabras, cualquier veneno emocional acabará por desaparecer de nuestra mente y dejaremos de transmitirlo en nuestras relaciones personales. Es la manera que utilizamos para sentirnos cerca de otras personas, porque ver que alguien se siente tan mal como nosotros, nos hace sentir mejor.
La impecabilidad de tus palabras también te proporcionará inmunidad frente a cualquier persona que te lance un hechizo. Solamente recibirás una idea negativa si tu mente es un campo fértil para ella. Cuando eres impecable con tus palabras, tu mente deja de ser un campo fértil para las palabras que surgen de la magia negra, pero sí lo es para las que surgen del amor. Puedes medir la impecabilidad de tus palabras a partir de tu nivel de autoestima. La cantidad de amor que sientes por ti es directamente proporcional a la calidad e integridad de tus palabras. Cuando eres impecable con tus palabras, te sientes bien, eres feliz y estás en paz.
Puedes trascender el sueño del infierno sólo con llegar al acuerdo de ser impecable con tus palabras. Ahora mismo estoy plantando una semilla en tu mente. Que crezca o no, dependerá de lo fértil que sea tu mente para recibir las semillas del amor. Tú decides si llegas o no a establecer este acuerdo contigo mismo: Soy impecable con mis palabras. Nutre esta semilla, y a medida que crezca en tu mente, generará más semillas de amor que reemplazarán a las del miedo. El Primer Acuerdo cambiará el tipo de semillas para las que tu mente resulta fértil.
Sé impecable con tus palabras. Este es el primer acuerdo al que debes llegar si quieres ser libre, ser feliz y trascender el nivel de existencia del infierno. Es muy poderoso. Utiliza tus palabras apropiadamente. Empléalas para compartir tu amor. Usa la magia blanca empezando por ti. Dite a ti mismo que eres una persona maravillosa, fantástica. Dite cuánto te amas. Utiliza las palabras para romper todos esos pequeños acuerdos que te hacen sufrir.
Imagínate lo que es posible crear sólo con la impecabilidad de las palabras. Trascenderás el sueño del miedo y llevarás una vida diferente. Podrás vivir en el cielo en medio de miles de personas que viven en el infierno, porque serás inmune a él. Alcanzarás el reino de los cielos con este acuerdo: Sé impecable con tus palabras.
 
BabyoutofeggEl Segundo Acuerdo consiste en no tomarte nada personalmente. Suceda lo que suceda a tu alrededor no te lo tomes personalmente. Utilizando un ejemplo anterior, si te encuentro en la calle y te digo: «¡Eh, eres un estúpido!», sin conocerte, no me refiero a ti, sino a mí. Si te lo tomas personalmente, tal vez te creas que eres un estúpido. Quizá te digas a ti mismo: «¿Cómo lo sabe? ¿Acaso es clarividente o es que todos pueden ver lo estúpido que soy?».
Te lo tomas personalmente porque estás de acuerdo con cualquier cosa que se diga. Y tan pronto como estás de acuerdo, el veneno te recorre y te encuentras atrapado en el sueño del infierno. El motivo de que estés atrapado es lo que llamamos «la importancia personal». La importancia personal, o el tomarse las cosas personalmente, es la expresión máxima del egoísmo, porque consideramos que todo gira a nuestro alrededor. Durante el período de nuestra educación (o de nuestra domesticación), aprendimos a tomarnos todas las cosas de forma personal. Creemos que somos responsables de todo. ¡Yo, yo, yo y siempre yo! Nada de lo que los demás hacen es por ti. Lo hacen por ellos mismos.
Todos vivimos en nuestro propio sueño, en nuestra propia mente; los demás están en un mundo completamente distinto de aquel en que vive cada uno de nosotros. Cuando nos tomamos personalmente lo que alguien nos dice, suponemos que sabe lo que hay en nuestro mundo e intentamos imponérselo por encima del suyo. Incluso cuando una situación parece muy personal, por ejemplo cuando alguien te insulta directamente, eso no tiene nada que ver contigo. Lo que esa persona dice, lo que hace y las opiniones que expresa responden a los acuerdos que ha establecido en su propia mente. Su punto de vista surge de toda la programación que recibió durante su domesticación.

Si alguien te da su opinión y te dice: «¡Oye, estás muy gordo!», no te lo tomes personalmente, porque la verdad es que se refiere a sus propios sentimientos, creencias y opiniones. Esa persona intentó enviarte su veneno, y si te lo tomas personalmente, lo recoges y se convierte en tuyo. Tomarse las cosas personalmente te convierte en una presa fácil para esos depredadores, los magos negros. Les resulta fácil atraparte con una simple opinión, después te alimentan con el veneno que quieren, y como te lo tomas personalmente, te lo tragas sin rechistar. Te comes toda su basura emocional y la conviertes en tu propia basura. Pero si no te lo tomas personalmente, serás inmune a todo veneno aunque te encuentres en medio del infierno. Esa inmunidad es un don de este acuerdo. Cuando te tomas las cosas personalmente, te sientes ofendido y reaccionas defendiendo tus creencias y creando conflictos. Haces una montaña de un grano de arena porque sientes la necesidad de tener razón y de que los demás estén equivocados. También te esfuerzas en demostrarles que tienes razón dando tus propias opiniones. Del mismo modo, cualquier cosa que sientas o hagas no es más que una proyección de tu propio sueño personal, un reflejo de tus propios acuerdos. Lo que dices, lo que haces y las opiniones que tienes se basan en los acuerdos que tú has establecido y no tienen nada que ver conmigo.

Lo que pienses de mí no es importante para mí y no me lo tomo personalmente. Cuando la gente me dice: «Miguel, eres el mejor», no me lo tomo personalmente y tampoco lo hago cuando me dice: «Miguel, eres el peor». Sé que cuando estés contento, me dirás: «¡Miguel, eres un ángel!». Pero cuando estés enfadado conmigo, me dirás: «¡Oh, Miguel, eres un demonio! Eres repugnante. ¿Cómo puedes decir esas cosas?». Ninguno de los dos comentarios me afecta porque yo sé lo que soy. No necesito que me acepten. No necesito que nadie me diga: «¡Miguel, qué bien lo haces!», o: «¿Cómo eres capaz de hacer eso?».

No, no me lo tomo personalmente. Pienses lo que pienses, sientas lo que sientas, sé que se trata de tu problema y no del mío. Es tu manera de ver el mundo. No me lo tomo de un modo personal porque te refieres a ti mismo y no a mí. Los demás tienen sus propias opiniones según su sistema de creencias, de modo que nada de lo que piensen de mí estará realmente relacionado conmigo, sino con ellos.

Es posible que incluso me digas: «Miguel, lo que dices me duele». Pero lo que te duele no es lo que yo digo, sino las heridas que tienes y que yo he rozado con lo que he dicho. Eres tú mismo quien se hace daño. No me lo puedo tomar personalmente en modo alguno, y no porque no crea ni confíe en ti, sino porque sé que ves el mundo con distintos ojos, con los tuyos.
Creas una película entera en tu mente y en ella tú eres el director, el productor y el protagonista. Todos los demás tenemos papeles secundarios. Es tu película. La manera en que ves esa película se basa en los acuerdos que has establecido con la vida. Tu punto de vista es algo personal tuyo. No es la verdad de nadie más que de ti. Por consiguiente, si te enfadas conmigo, sé que eso está relacionado contigo. Yo soy la excusa para que tú te enfades. Y te enfadas porque tienes miedo, porque te enfrentas a tu miedo. Si no tuvieras miedo, no te enfadarías conmigo en modo alguno. Si no tuvieras miedo, no me odiarías en modo alguno. Si no tuvieras miedo, no estarías triste ni celoso en modo alguno.
Si vives sin miedo, si amas, no hay lugar para ninguna de esas emociones. Si no tienes ninguna de esas emociones, lógicamente te sientes bien. Cuando te sientes bien, todo lo que te rodea está bien. Cuando todo lo que te rodea es magnífico, todo te hace feliz. Amas todo lo que te rodea porque te amas a ti mismo, porque te gusta como eres, porque estás contento contigo mismo, porque te sientes feliz con tu vida. Estás satisfecho con la película que tú mismo produces y con los acuerdos que has establecido con la vida. Estás en paz y eres feliz. Vives en ese estado de dicha en el que todo es verdaderamente maravilloso y bello. En ese estado de dicha, estableces una relación de amor con todo lo que percibes en todo momento.

Sea lo que sea lo que la gente haga, piense o diga, no te lo tomes personalmente. Si te dice que eres maravilloso, no lo dice por ti. Tú sabes que eres maravilloso. No es necesario que otras personas te lo digan para creerlo. No te tomes nada personalmente. Aun cuando alguien agarrase una pistola y te disparase en la cabeza, no sería nada personal. Incluso hasta ese extremo. Ni siquiera las opiniones que tienes sobre ti mismo son necesariamente verdad; por consiguiente, no tienes la menor necesidad de tomarte cualquier cosa que oigas en tu propia mente personalmente. La mente tiene la capacidad de hablarse a sí misma, pero también tiene la capacidad de escuchar la información que está disponible de otras esferas.

La mente también es capaz de hablarse y escucharse a sí misma. Tu mente está dividida, igual que lo está tu cuerpo. Del mismo modo en que puedes estrechar con una mano tu otra mano y sentirla, la mente puede hablar consigo misma. Una parte de tu mente habla y otra escucha. Cuando muchas partes de tu mente hablan todas al mismo tiempo, se origina un gran problema. A esto lo llamamos mitote, ¿recuerdas? Podemos comparar el mitote con un enorme mercado en el que miles de personas hablan y hacen trueques a la vez. Cada una tiene pensamientos y sentimientos diferentes; cada una tiene un punto de vista distinto. Todos los acuerdos que hemos establecido -la programación de la mente- no son necesariamente compatibles entre sí. Cada acuerdo es como un ser vivo independiente; tiene su propia personalidad y su propia voz. Hay acuerdos incompatibles, que se contradicen los unos a los otros, y el conflicto se va extendiendo hasta que estalla una gran guerra en la mente.

El mitote es la razón por la que los seres humanos apenas saben lo que quieren, cómo lo quieren o cuándo lo quieren. No están de acuerdo con ellos mismos porque unas partes de la mente quieren una cosa y otras quieren exactamente lo contrario. Una parte de la mente pone objeciones a determinados pensamientos y actos y otra los apoya. Todos estos pequeños seres vivientes crean conflictos internos porque están vivos y cada uno tiene su propia voz. Únicamente si hacemos un inventario de nuestros acuerdos destaparemos todos los conflictos de la mente y, con el tiempo, llegaremos a extraer orden del caos del mitote.
No te tomes nada personalmente porque, si lo haces, te expones a sufrir por nada. Los seres humanos somos adictos al sufrimiento en diferentes niveles y distintos grados; nos apoyamos los unos a los otros para mantener esta adicción. Hemos acordado ayudarnos mutuamente a sufrir. Si tienes la necesidad de que te maltraten, será fácil que los demás lo hagan. Del mismo modo, si estás con personas que necesitan sufrir, algo en ti hará que las maltrates. Es como si llevasen un cartel en la espalda que dijera: «Patéame, por favor». Piden una justificación para su sufrimiento. Su adicción al sufrimiento no es más que un acuerdo que refuerzan a diario.
Vayas donde vayas, encontrarás a gente que te mentirá, pero a medida que tu conciencia se expanda, descubrirás que tú también te mientes a ti mismo. No esperes que los demás te digan la verdad, porque ellos también se mienten a sí mismos. Tienes que confiar en ti y decidir si crees o no lo que alguien te dice. Cuando realmente vemos a los demás tal como son sin tomárnoslo personalmente, lo que hagan o digan no nos dañará. Aunque los demás te mientan, no importa. Te mienten porque tienen miedo. Tienen miedo de que descubras que no son perfectos. Quitarse la máscara social resulta doloroso. Si los demás dicen una cosa, pero hacen otra y tú no prestas atención a sus actos, te mientes a ti mismo. Pero si eres veraz contigo mismo, te ahorrarás mucho dolor emocional. Decirte la verdad quizá resulte doloroso, pero no necesitas aferrarte al dolor. La curación está en camino; que las cosas te vayan mejor es sólo cuestión de tiempo.

Si alguien no te trata con amor ni respeto, que se aleje de ti es un regalo. Si esa persona no se va, lo más probable es que soportes muchos años de sufrimiento con ella. Que se marche quizá resulte doloroso durante un tiempo, pero finalmente tu corazón sanará. Entonces, elegirás lo que de verdad quieres. Descubrirás que, para elegir correctamente, más que confiar en los demás, es necesario que confíes en ti mismo.

Cuando no tomarte nada personalmente se convierta en un hábito firme y sólido, te evitarás muchos disgustos en la vida. Tu rabia, tus celos y tu envidia desaparecerán, y si no te tomas nada personalmente, incluso tu tristeza desaparecerá. Si conviertes el Segundo Acuerdo en un hábito, descubrirás que nada podrá devolverte al infierno. Una gran cantidad de libertad surge cuando no nos tomamos nada personalmente. Serás inmune a los magos negros y ningún hechizo te afectará, por muy fuerte que sea. El mundo entero puede contar chismes sobre ti, pero si no te los tomas personalmente, serás inmune a ellos. Alguien puede enviarte veneno emocional de forma intencionada, pero si no te lo tomas personalmente, no te lo tragarás. Cuando no tomas el veneno emocional, se vuelve más nocivo para el que lo envía, pero no para ti.
Ya puedes ver cuán importante es este acuerdo. No tomar nada personalmente te ayuda a romper muchos hábitos y costumbres que te mantienen atrapado en el sueño del infierno y te causan un sufrimiento innecesario. Si mantienes este acuerdo, viajarás por todo el mundo con el corazón abierto por completo y nadie te herirá. Dirás: «Te amo», sin miedo a que te rechacen o te ridiculicen. Pedirás lo que necesites. Dirás sí o dirás no -lo que tú decidas- sin culparte ni juzgarte. Siempre puedes seguir a tu corazón. Si lo haces, aunque estés en medio del infierno, experimentarás felicidad y paz interior. Permanecerás en tu estado de dicha y el infierno no te afectará en absoluto.
 
Beneficios
El tercer acuerdo consiste en no hacer suposiciones
. Tendemos a hacer suposiciones sobre todo. El problema es que, al hacerlo, creemos que lo que suponemos es cierto. Juraríamos que es real. Hacemos suposiciones sobre lo que los demás hacen o piensan -nos lo tomamos personalmente – y después, los culpamos y reaccionamos enviando veneno emocional con nuestras palabras. Este es el motivo por el cual siempre que hacemos suposiciones, nos buscamos problemas. Hacemos una suposición, comprendemos las cosas mal, nos lo tomamos personalmente y acabamos haciendo un gran drama de nada.
Toda la tristeza y los dramas que has experimentado tenían sus raíces en las suposiciones que hiciste y en las cosas que te tomaste personalmente. Concédete un momento para considerar la verdad de esta afirmación. Toda la cuestión del dominio entre los seres humanos gira alrededor de las suposiciones y el tomarse las cosas personalmente. Todo nuestro sueño del infierno se basa en ello.
Producimos mucho veneno emocional haciendo suposiciones y tomándonoslas personalmente, porque por lo general, empezamos a chismorrear a partir de nuestras suposiciones. Recuerda que chismorrear es nuestra forma de comunicarnos y enviarnos veneno los unos a los otros en el sueño del infierno. Como tenemos miedo de pedir una aclaración, hacemos suposiciones y creemos que son ciertas; después, las defendemos e intentamos que sea otro el que no tenga razón. Siempre es mejor preguntar que hacer una suposición, porque las suposiciones crean sufrimiento.

El gran mitote de la mente humana crea un enorme caos que nos lleva a interpretar y entender mal todas las cosas. Sólo vemos lo que queremos ver y oímos lo que queremos oír. No percibimos las cosas tal como son. Tenemos la costumbre de soñar sin basarnos en la realidad. Literalmente, inventamos las cosas en nuestra imaginación. Como no entendemos algo, hacemos una suposición sobre su significado y cuando la verdad aparece, la burbuja de nuestro sueño estalla y descubrimos que no era en absoluto lo que nosotros creíamos.

Un ejemplo: Andas por el paseo y ves a una persona que te gusta. Se vuelve hacia ti, te sonríe y después se aleja. Sólo con esta experiencia puedes hacer muchas suposiciones. Con ellas es posible crear toda una fantasía. Y tú verdaderamente quieres creerte la fantasía y convertirla en realidad. Empiezas a crear un sueño completo a partir de tus suposiciones y puede que te lo creas: «Realmente le gusto mucho». A partir de esto, en tu mente empieza una relación entera. Quizás, en tu mundo de fantasía, hasta llegues a casarte con esa persona. Pero la fantasía está en tu mente, en tu sueño personal.
Hacer suposiciones en nuestras relaciones significa buscarse problemas. A menudo, suponemos que nuestra pareja sabe lo que pensamos y que no es necesario que le digamos lo que queremos. Suponemos que hará lo que queremos porque nos conoce muy bien. Si no hace lo que creemos que debería hacer, nos sentimos realmente heridos y decimos: «Deberías haberlo sabido».
Otro ejemplo: Decides casarte y supones que tu pareja ve el matrimonio de la misma manera que tú. Después, al vivir juntos, descubres que no es así. Esto crea muchos conflictos; sin embargo, no intentas clarificar tus sentimientos sobre el matrimonio. El marido regresa a casa del trabajo. La mujer está furiosa y el marido no sabe por qué. Quizá sea porque la mujer hizo una suposición. No le dice a su marido lo que quiere porque supone que él la conoce tan bien que ya lo sabe, como si pudiese leer su mente. Se disgusta porque él no satisface sus expectativas. Hacer suposiciones en las relaciones conduce a muchas disputas, dificultades y malentendidos con las personas que supuestamente amamos.

En cualquier tipo de relación, podemos suponer que los demás saben lo que pensamos y que no es necesario que digamos lo que queremos. Harán lo que queremos porque nos conocen muy bien. Si no lo hacen, si no hacen lo que creemos que deberían hacer, nos sentimos heridos y pensamos: «¿Cómo ha podido hacer eso? Debería haberlo sabido». Suponemos que la otra persona sabe lo que queremos. Creamos un drama completo porque hacemos esta suposición y después añadimos otras más encima de ella.

El funcionamiento de la mente humana es muy interesante. Necesitamos justificarlo, explicarlo y comprenderlo todo para sentirnos seguros. Tenemos millones de preguntas que precisan respuesta porque hay muchas cosas que la mente racional es incapaz de explicar. No importa si la respuesta es correcta o no; por sí sola, bastará para que nos sintamos seguros.

Esta es la razón por la cual hacemos suposiciones. Si los demás nos dicen algo, hacemos suposiciones, y si no nos dicen nada, también las hacemos para satisfacer nuestra necesidad de saber y reemplazar la necesidad de comunicarnos. Incluso si oímos algo y no lo entendemos, hacemos suposiciones sobre lo que significa, y después, creemos en ellas. Hacemos todo tipo de suposiciones porque no tenemos el valor de preguntar.


La mayoría de las veces, hacemos nuestras suposiciones con gran rapidez y de una manera inconsciente, porque hemos establecido acuerdos para comunicarnos de esta forma. Hemos acordado que hacer preguntas es peligroso y que la gente que nos ama debería saber qué queremos o cómo nos sentimos. Cuando creemos algo, suponemos que tenemos razón hasta el punto de llegar a destruir nuestras relaciones para defender nuestra posición.


Suponemos que todo el mundo ve la vida del mismo modo que nosotros. Suponemos que los demás piensan, sienten, juzgan y maltratan como nosotros lo hacemos. Esta es la mayor suposición que podemos hacer y es la razón por la cual nos da miedo ser nosotros mismos ante los demás, porque creemos que nos juzgarán, nos convertirán en sus víctimas, nos maltratarán y nos culparán como nosotros mismos lo hacemos. De modo que, incluso antes de que los demás tengan la oportunidad de rechazarnos, nosotros ya nos hemos rechazado a nosotros mismos. Así es como funciona la mente humana.


También hacemos suposiciones sobre nosotros mismos y esto crea muchos conflictos internos. Por ejemplo, supones que eres capaz de hacer algo y después descubres que no lo eres. Te sobrestimas o te subestimas a ti mismo porque no te has tomado el tiempo necesario para hacerte preguntas y contestártelas. Tal vez necesites más datos sobre una situación en particular. O quizá necesites dejar de mentirte a ti mismo sobre lo que verdaderamente quieres.


A menudo, cuando inicias una relación con alguien que te gusta, tienes que justificar por qué te gusta. Sólo ves lo que quieres ver y niegas que algunos aspectos de esa persona te disgustan. Te mientes a ti mismo con el único fin de sentir que tienes razón. Después haces suposiciones y una de ellas es: «Mi amor cambiará a esta persona». Pero no es verdad. Tu amor no cambiará a nadie. Si las personas cambian es porque quieren cambiar, no porque tú puedas cambiarlas. Entonces, ocurre algo entre vosotros dos y te sientes dolido. De pronto, ves lo que no quisiste ver antes, sólo que ahora está amplificado por tu veneno emocional. Ahora tienes que justificar tu dolor emocional y echar la culpa de tus decisiones a los demás. No es necesario que justifiquemos el amor; está presente o no lo está. El amor verdadero es aceptar a los demás tal como son, sin tratar de cambiarlos. Si intentamos cambiarlos significa que, en realidad, no nos gustan. Por supuesto, si decides vivir con alguien, si llegas a ese acuerdo, siempre será mejor que esa persona sea exactamente como tú quieres que sea. Encuentra a alguien a quien no tengas que cambiar en absoluto. Resulta mucho más fácil hallar a alguien que ya sea como tú quieres que sea, que intentar cambiar a una persona. Además, ese alguien debe quererte tal como eres para no tener que hacerte cambiar en absoluto. Si otras personas piensan que tienes que cambiar, eso significa que, en realidad, no te aman tal como eres.


¿Y para qué estar con alguien si tú no eres tal como quiere que seas? Debemos ser quienes somos, de modo que no tenemos que presentar una falsa imagen. Si me amas tal como soy, muy bien, tómame. Si no me amas tal como soy, muy bien, adiós. Búscate a otro. Quizá suene duro, pero este tipo de comunicación significa que los acuerdos personales que establecemos con los demás son claros e impecables. Imagínate tan sólo el día en que dejes de suponer cosas de tu pareja, y a la larga, de cualquier otra persona de tu vida. Tu manera de comunicarte cambiará completamente y tus relaciones ya no sufrirán más a causa de conflictos creados por suposiciones equivocadas.
La manera de evitar las suposiciones es preguntar. Asegúrate de que las cosas te queden claras. Si no comprendes alguna, ten el valor de preguntar hasta clarificarlo todo lo posible, e incluso entonces, no supongas que lo sabes todo sobre esa situación en particular. Una vez que escuches la respuesta, no tendrás que hacer suposiciones porque sabrás la verdad.
Asimismo, encuentra tu voz para preguntar lo que quieres. Todo el mundo tiene derecho a contestarte «sí» o «no», pero tú siempre tendrás derecho a preguntar. Del mismo modo, todo el mundo tiene derecho a preguntarte y tú tienes derecho a contestar «sí» o «no».

Si no entiendes algo, en lugar de hacer una suposición, es mejor que preguntes y que seas claro. El día que dejes de hacer suposiciones, te comunicarás con habilidad y claridad, libre de veneno emocional. Cuando ya no hagas suposiciones, tus palabras se volverán impecables.

Con una comunicación clara, todas tus relaciones cambiarán, no sólo la que tienes con tu pareja, sino también todas las demás. No será necesario que hagas suposiciones porque todo se volverá muy claro. Esto es lo que yo quiero y esto es lo que tú quieres. Si nos comunicamos de esta manera, nuestras palabras se volverán impecables. Si todos los seres humanos fuésemos capaces de comunicarnos de esta manera, con la impecabilidad de nuestras palabras, no habría guerras, ni violencia ni disputas. Sólo con que fuésemos capaces de tener una comunicación buena y clara, todos nuestros problemas se resolverían.

Este es, pues, el Tercer Acuerdo: No hagas suposiciones.
 
Meditaci N
El Cuarto Acuerdo «Haz siempre lo máximo que puedas»
Sólo hay un acuerdo más, pero es el que permite que los otros tres se conviertan en hábitos profundamente arraigados. El Cuarto Acuerdo se refiere a la realización de los tres primeros: Haz siempre lo máximo que puedas.


Bajo cualquier circunstancia, haz siempre lo máximo que puedas, ni más ni menos. Pero piensa que eso va a variar de un momento a otro. Todas las cosas están vivas y cambian continuamente, de modo que, en ocasiones, lo máximo que podrás hacer tendrá una gran calidad, y en otras no será tan bueno. Cuando te despiertas renovado y lleno de vigor por la mañana, tu rendimiento es mejor que por la noche cuando estás agotado. Lo máximo que puedas hacer será distinto cuándo estés sano que cuando estés enfermo, o cuando estés sobrio que cuando hayas bebido. Tu rendimiento dependerá de que te sientas de maravilla y feliz o disgustado, enfadado o celoso.


En tus estados de ánimo diarios, lo máximo que podrás hacer cambiará de un momento a otro, de una hora a otra, de un día a otro. También cambiará con el tiempo. A medida que vayas adquiriendo el hábito de los cuatro nuevos acuerdos, tu rendimiento será mejor de lo que solía ser.


Independientemente del resultado, sigue haciendo siempre lo máximo que puedas, ni más ni menos. Si intentas esforzarte demasiado para hacer más de lo que puedes, gastarás más energía de la necesaria y, al final, tu rendimiento no será suficiente. Cuando te excedes, agotas tu cuerpo y vas contra ti, y por consiguiente te resulta más difícil alcanzar tus objetivos. Por otro lado, si haces menos de lo que puedes hacer, te sometes a ti mismo a frustraciones, juicios, culpas y reproches.


Limítate a hacer lo máximo que puedas, en cualquier circunstancia de tu vida. No importa si estás enfermo o cansado, si siempre haces lo máximo que puedas, no te juzgarás a ti mismo en modo alguno. Y si no te juzgas, no te harás reproches, ni te culparás ni te castigarás en absoluto. Si haces siempre lo máximo que puedas, romperás el fuerte hechizo al que estás sometido.


Había una vez un hombre que quería trascender su sufrimiento, de modo que se fue a un templo budista para encontrar a un maestro que le ayudase. Se acercó a él y le dijo:
«Maestro, si medito cuatro horas al día, ¿cuánto tiempo tardaré en alcanzar la iluminación?». El maestro le miró y le respondió: «Sí meditas cuatro horas al día, tal vez lo consigas dentro de diez años».
El hombre, pensando que podía hacer más, le dijo: «Maestro, y si medito ocho horas al día, ¿cuánto tiempo tardaré en alcanzar la iluminación?».
El maestro le miró y le respondió: «Si meditas ocho horas al día, tal vez lo lograrás dentro de veinte años».
«Pero ¿por qué tardaré más tiempo si medito más?», preguntó el hombre.
El maestro contestó: «No estás aquí para sacrificar tu alegría ni tu vida. Estás aquí para vivir, para ser feliz y para amar. Si puedes alcanzar tu máximo nivel en dos horas de meditación, pero utilizas ocho, sólo conseguirás agotarte, apartarte del verdadero sentido de la meditación y no disfrutar de tu vida. Haz lo máximo que puedas y tal vez aprenderás que independientemente del tiempo que medites, puedes vivir, amar y ser feliz».


Si haces lo máximo que puedas, vivirás con gran intensidad. Serás productivo y serás bueno contigo mismo porque te entregarás a tu familia, a tu comunidad, a todo. Pero la acción es lo que te hará sentir inmensamente feliz. Siempre que haces lo máximo que puedes, actúas. Hacer lo máximo que puedas significa actuar porque amas hacerlo, no porque esperas una recompensa. La mayor parte de las personas hacen exactamente lo contrario: sólo emprenden la acción cuándo esperan una recompensa y no disfrutan de ella. Y ese es el motivo por el que no hacen lo máximo que pueden.


Por ejemplo, la mayoría de las personas van a trabajar y piensan únicamente en el día de pago y en el dinero que obtendrán por su trabajo. Están impacientes esperando a que llegue el viernes o el sábado, el día en el que reciben su salario y pueden tomarse unas horas libres. Trabajan por su recompensa y el resultado es que se resisten al trabajo. Intentan evitar la acción; ésta entonces se vuelve cada vez más difícil y esas personas no hacen lo máximo que pueden. Trabajan muy duramente durante toda la semana, soportan el trabajo, soportan la acción, no porque les guste, sino porque sienten que es lo que deben hacer. Tienen que trabajar porque han de pagar el alquiler y mantener a su familia. Son personas frustradas y cuando reciben su paga, no se sienten felices.


Tienen dos días para descansar, para hacer lo que les apetezca y ¿qué es lo que hacen? Intentan escaparse. Se emborrachan porque no se gustan a sí mismos. No les gusta su vida. Cuando no nos gusta como somos, nos herimos de muy diversas maneras. Sin embargo, si emprendes la acción por el puro placer de hacerlo, sin esperar una recompensa, descubrirás que disfrutas de cada cosa que llevas a cabo. Las recompensas llegarán, pero tú no estarás apegado a ellas. Si no esperas una recompensa, es posible que incluso llegues a conseguir más de lo que hubieses imaginado. Si nos gusta lo que hacemos y si siempre hacemos lo máximo que podemos, entonces disfrutamos realmente de nuestra vida. Nos divertimos, no nos aburrimos y no nos sentimos frustrados.


Cuando haces lo máximo que puedes, no le das al Juez la oportunidad de que dicte sentencia y te considere culpable. Si has hecho lo máximo que podías y el Juez intenta juzgarte basándose en tu Libro de la Ley, tú tienes la respuesta: «Hice lo máximo que podía». No hay reproches. Ésta es la razón por la cual siempre hacemos lo máximo que podemos. No es un acuerdo que sea fácil de mantener, pero te hará realmente libre. Cuando haces lo máximo que puedes, aprendes a aceptarte a ti mismo, pero tienes que ser consciente y aprender de tus errores. Eso significa practicar, comprobar los resultados con honestidad y continuar practicando. Así se expande la conciencia.


Cuando haces lo máximo que puedes no parece que trabajes, porque disfrutas de todo lo que haces. Sabes que haces lo máximo que puedes cuando disfrutas de la acción o la llevas a cabo de una manera que no te repercute negativamente. Haces lo máximo que puedes porque quieres hacerlo, no porque tengas que hacerlo, ni por complacer al juez o a los demás. Si emprendes la acción porque te sientes obligado, entonces, de ninguna manera harás lo máximo que puedas. En ese caso, es mejor no hacerlo. Cuando haces lo máximo que puedes, siempre te sientes muy feliz; por eso lo haces. Cuando haces lo máximo que puedes por el mero placer de hacerlo, emprendes la acción porque disfrutas de ella.


La acción consiste en vivir con plenitud. La inacción es nuestra forma de negar la vida, y consiste en sentarse delante del televisor cada día durante años porque te da miedo estar vivo y arriesgarte a expresar lo que eres. Expresar lo que eres es emprender la acción. Puede que tengas grandes ideas en la cabeza, pero lo que importa es la acción. Una idea, si no se lleva a cabo, no producirá ninguna manifestación, ni resultados ni recompensas.


Hacer lo máximo que puedas es un gran hábito que te conviene adquirir. Yo hago lo máximo que puedo en todo lo que emprendo y siento. Hacerlo se ha convertido en un ritual que forma parte de mi vida, porque estás vivo. No disfrutar de lo que sucede ahora mismo es vivir en el pasado, es vivir sólo a medias. Esto conduce a la autocompasión, el sufrimiento y las lágrimas.


Naciste con el derecho de ser feliz. Naciste con el derecho de amar, de disfrutar y de compartir tu amor. Estás vivo, así que toma tu vida y disfrútala. No te resistas a que la vida pase por ti, porque es Dios que pasa a través de ti. Tu existencia prueba, por sí sola, la existencia de Dios. Tu existencia prueba la existencia de la vida y la energía.


No necesitamos saber ni probar nada. Ser, arriesgarnos a vivir y disfrutar de nuestra vida, es lo único que importa. Di que no cuando quieras decir que no, y di que sí cuando quieras decir que sí. Tienes derecho a ser tú mismo. Y sólo puedes serlo cuando haces lo máximo que puedes. Cuando no lo haces, te niegas el derecho a ser tú mismo. Ésta es una semilla que deberías nutrir en tu mente. No necesitas muchos conocimientos ni grandes conceptos filosóficos. No necesitas que los demás te acepten. Expresas tu propia divinidad mediante tu vida y el amor por ti mismo y por los demás.


Los tres primeros acuerdos sólo funcionarán si haces lo máximo que puedas. No esperes ser siempre impecable con tus palabras. Tus hábitos rutinarios son demasiado fuertes y están firmemente arraigados en tu mente. Pero puedes hacer lo máximo posible. No esperes no volver nunca más a tomarte las cosas personalmente; sólo haz lo máximo que puedas. No esperes no hacer nunca más ninguna suposición, pero sí puedes hacer lo máximo posible.


Si haces lo máximo que puedas, hábitos como emplear mal tus palabras, tomarte las cosas personalmente y hacer suposiciones se debilitarán y con el tiempo, serán menos frecuentes. No es necesario que te juzgues a ti mismo, que te sientas culpable o que te castigues por no ser capaz de mantener estos acuerdos. Cuando haces lo máximo que puedes, te sientes bien contigo mismo aunque todavía hagas suposiciones, aunque todavía te tomes las cosas personalmente y aunque todavía no seas impecable con tus palabras.


Si siempre haces lo máximo que puedas, una y otra vez, te convertirás en un maestro de la transformación. La práctica forma al maestro. Todo lo que sabes lo has aprendido mediante la repetición.


Si haces lo máximo que puedas en la búsqueda de tu libertad personal y de tu autoestima, descubrirás que encontrar lo que buscas es sólo cuestión de tiempo. No se trata de soñar despierto ni de sentarse varias horas a soñar mientras meditas. Debes ponerte en pie y actuar como un ser humano. Debes honrar al hombre o la mujer que eres. Debes respetar tu cuerpo, disfrutarlo, amarlo, alimentarlo, limpiarlo y sanarlo. Ejercítalo y haz todo lo que le haga sentirse bien. Tu propio cuerpo es una manifestación de Dios, y si honras a tu cuerpo, todo cambiará para ti. Cuando des amor a todas las partes de tu cuerpo, plantarás semillas de amor en tu mente, y cuando crezcan, amarás, honrarás y respetarás tu cuerpo inmensamente.


Cuando honres estos cuatro acuerdos juntos, ya no vivirás más en el infierno. Definitivamente, no. Si eres impecable con tus palabras, no te tomas nada personalmente, no haces suposiciones y siempre haces lo máximo que puedas, tu vida será maravillosa y la controlarás totalmente.


Los Cuatro Acuerdos son un resumen de la maestría de la transformación, una de las maestrías de los Toltecas. Transformas el infierno en cielo. Sólo tienes que adoptarlos y respetar su significado y su poder.


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Fuente: GHB - Información difundida por http://hermandadblanca.org/

lunes, 17 de septiembre de 2012

Los Guardianes

Jeshua – Los Guardianes - Canalizado por Pamela Kribbe

Cada vez que ustedes hagan contacto con su centro interior y den un paso atrás, encontrarán una claridad renovada dentro de su alma. Desde ahí ustedes pueden observar sus emociones sin ser absorbidos por ellas. Pueden observar su ira y enviarle amor. Pueden observar su depresión y tenderle una mano de ayuda. Pueden mirar su miedo y enviarle la energía de la liberación. Ustedes son su propio Mesías. No hay Mesías fuera de ustedes. Hay miles de Mesías deseando alcanzarlos, pero solo ustedes pueden abrir la puerta de su corazón y aceptar la Luz. Esto es básicamente de lo que se trata la llegada de la Nueva Era: ustedes abriendo sus corazones. Ustedes son quienes en realidad viven en la Tierra, nosotros somos los ayudantes. Ustedes son quienes toman la acción y por eso nosotros sólo podemos mostrar el más profundo respeto. Nosotros siempre estamos disponibles para permitirles tener parte en nuestro amor y en nuestra luz. A veces, no se dan cuenta suficientemente cuán estrechamente están asociados con este proceso de transformación. Ustedes son aquellos en la Tierra quienes abren la puerta hacia la Luz, la Luz de la Nueva Era. El viejo mundo está gradualmente llegando a su fin.

Esta canalización se presentó ante una audiencia en vivo en Oisterwijk, Holanda. La palabra hablada ha sido ligeramente corregida para facilitar su lectura.

Queridos amigos,

Hoy estoy aquí con ustedes, y con mucho placer, y les doy una cálida bienvenida a cada uno de ustedes. Nuestro encuentro marca una diferencia. No es sólo una disertación en la cual ustedes escuchan las palabras, sino que mi presencia aquí, la cual se fusiona con las suyas, crea un espacio energético que ayuda a anclar Luz en la Tierra.

Ustedes son los guardianes de la Luz. Ustedes son aquellos en la Tierra quienes abren la puerta hacia la Luz, la Luz de la Nueva Era. El viejo mundo está gradualmente llegando a su fin. Las viejas estructuras de poder y la consciencia basada en el ego han perdido su fuerza e irán hundiéndose gradualmente al fondo del océano. Una nueva sociedad, un nuevo estado del ser está emergiendo, el cual está basado en el amor y en los valores del corazón.

Todos ustedes son en gran medida una parte de esta transformación. A veces, no se dan cuenta suficientemente cuán estrechamente están asociados con este proceso de transformación. Además, su contribución es diferente de lo que ustedes con frecuencia piensan que es. Durante esta transición de lo viejo a lo nuevo, son ustedes mismos (su propia energía corporal) la que va cambiando. Además del cuerpo físico en el cual ustedes habitan, ustedes también son una compilación de energía, parcialmente perceptible y parcialmente imperceptible. Todos ustedes son fuentes andantes de energía. Cada uno de ustedes irradian individualmente una cierta vibración, un campo de energía, el cual tiene su efecto en el medioambiente, a menudo sin que ustedes sean conscientes de ello. Es esta radiación o campo de energía el factor determinante en todo lo que sucede a su alrededor, en todas las cosas que ustedes atraen a su vida. También pueden llamarlo ‘un estado del ser’. Es este mismo estado del ser el que permite que tengan lugar los cambios de la Tierra. Porque si muchos grupos de individuos cambian o refinan sus campos de energía, esto atraerá otra realidad energética a la Tierra. Esta es la transición global que está ocurriendo ahora y que comienza directamente en el individuo.
Por supuesto, hay muchos reinos alrededor de la Tierra – los reinos astrales y espirituales – que están dispuestos a ayudarles a realizar esta transformación, esta Iluminación. Pero ustedes son los guardianes. Ustedes son aquellos en la Tierra quienes abren la puerta a la Luz. Si esta puerta no se abre, la Luz no puede ser incorporada a la Tierra. Por lo tanto, es tan importante que crean en ustedes mismos, saber y sentir por dentro que ustedes están haciendo exactamente el trabajo por el cual vinieron a la Tierra.

Todos ustedes están trabajando en el nivel interior para originar esta transformación espiritual en su ser. Y esto es verdaderamente por lo que ustedes vinieron; el trabajo interior de elevar su vibración en un mundo que no siempre obra de acuerdo con, o incluso resiste, sus más puras intenciones. Ustedes son los Trabajadores de la Luz, ustedes son los pioneros de la Nueva Era. Desde el amor y la armonía, ustedes darán nacimiento a la Nueva Era en su propio corazón. De este modo, haciendo el trabajo interior, ustedes atraerán una realidad material que es mucho más hermosa y prudente que lo que ha sido por muchas épocas.

La cuestión no es tanto lo que ustedes hacen en su vida diaria o qué profesión tienen. Si ustedes son un carpintero o un ama de casa, un terapeuta o un profesor, no es lo que importa. Lo que realmente es importante es su ‘estado del ser’, la energía que ustedes emiten, la energía que ustedes son. No es lo que ustedes hacen, sino lo que ustedes son, ésa es la fuente de transformación.

Ahora, me gustaría pedirles que sientan la energía aquí en este lugar por un momento, que sientan la energía colectiva de todos nosotros juntos. Yo sólo puedo estar aquí a través de ustedes. Es cuando ustedes me aceptan en sus corazones que mi energía puede fluir dentro y fuera de ustedes aquí en la Tierra. Cada vez que ustedes me abren su corazón, yo vengo y dejo que mi Luz brille. Pero ustedes son quienes abren la puerta y yo les estoy agradecido por esto. Ustedes están haciendo el trabajo que vinieron a hacer aquí. La Tierra está cambiando. Desde las cenizas de los viejos tiempos un nuevo mundo surgirá.

Quisiera decir algo sobre cómo se siente por dentro esta Nueva Era. Yo no quiero examinar mucho los síntomas externos, sino los signos internos. Está ocurriendo una gran transformación en su cuerpo emocional. El cuerpo emocional es muy sensible al miedo, a la ira y a la agresión, y a todas las emociones fuertes que fácilmente los sacan de su centro. Todos ustedes están trabajando en el refinamiento de su cuerpo emocional. Ustedes están haciendo esto por un proceso de incorporación: al tomar responsabilidad por las emociones que sienten, examinándolas y yendo atrás hacia su(s) origen(es). En este proceso de incorporación, ustedes ya no van en busca de la(s) causa(s) de sus problemas en el mundo externo, sino que las buscan dentro de ustedes mismos. De este modo, se hacen responsables de todo lo que existe dentro de ustedes, se vuelven conscientes de las emociones bloqueadas y las transforman. Ésta es la verdadera espiritualidad sobre la que ustedes están trabajando ahora.

En la Nueva Era el cuerpo emocional se serenará. Ustedes vivirán de un modo mucho más intuitivo de lo que están habituados. Su entorno también obrará de acuerdo con este modo de vivir intuitivo. Habrá paz y tranquilidad en sus corazones. ¿Sienten ustedes cuánto están deseando esto? Yo siento y veo cuánto ustedes están anhelando un estado de consciencia en el cual la energía entre ustedes y los demás pueda correr libremente, en el cual ustedes puedan mostrar su amor abiertamente, en el cual ustedes puedan confiar en la inocuidad del mundo y de la gente que los rodea. Un estado de consciencia en el cual ustedes sepan que todo está bien, que tan sólo puedan ser quienes ustedes son.
Es esta sensación de libertad y seguridad lo que ustedes añoran. Y yo les digo, una vez más, que esta energía está completamente disponible para ustedes. Pero ustedes son quienes tienen que abrir la puerta para aceptar esa energía divina dentro de su alma. Yo y muchos otros en el más allá estamos precisamente a su lado para ayudarles y apoyarlos. Yo les pido, aquí y ahora, que sientan mi energía, que sientan que mi energía está disponible a todos ustedes. Ustedes están realmente trabajando en un nuevo nacimiento. Sientan el silencio en su corazón, sientan el espacio interior que les permite liberar las viejas energías y hacer lugar para lo nuevo. La libertad por la cual todos ustedes están implorando está cerca.

Justo antes de que llegue lo nuevo, siempre hay una etapa difícil: la batalla de muerte de lo viejo. Justo antes del amanecer está la hora más oscura, cuando todos los viejos temores vienen a la superficie, toda la aflicción e ira que ustedes han acumulado durante su vida y las muchas vidas anteriores, cuando hubo oscuridad en la Tierra. Todo esto viene a la superficie para ser integrado. No se dejen engañar por las apariencias. Es un buen signo, un signo de progreso, cuando todas estas energías negativas entran a su consciencia. Esto significa que ustedes están los suficientemente fuertes como para pasar la prueba.

Todos ustedes están trabajando en la culminación de un ciclo de vidas que ha estado dominado por un batalla interna entre la luz y la oscuridad, entre el conocimiento de uno mismo y las ilusiones de poder, de miedo y de ignorancia. Se les hace una súplica a todos ustedes, que miren en las profundidades de su alma y que encuentren la luz, la llama de la luz divina ahí.

Ahora, me gustaría señalar las tres trampas que ustedes pueden encontrar al liberar lo viejo. Todas ellas tienen que ver con el cuerpo emocional y ellas también están profundamente conectadas con el hecho de que ustedes son Trabajadores de la Luz.

1. Ira espiritual

El primer obstáculo es la ira. Aquí, estoy hablando sobre un tipo de cólera que en realidad está motivada por un deseo de armonía y de justicia. También un celo desmedido por hacer que otros entren a la luz Divina sin ataduras ni egos o bloqueos. Es lo que ustedes pueden llamar la ira espiritual. Explicaré el origen de esto.

Cuando ustedes comenzaron su ciclo de vidas en la tierra todos ustedes tenían una inspiración. Esta inspiración está fuertemente conectada a la energía de Cristo. Mi venida a la Tierra, la venida de Jeshua (o Jesús), fue un faro para ustedes, una fuente de inspiración. En mí ustedes reconocieron una energía que todos ustedes tienen dentro. En épocas anteriores todos ustedes tomaron la decisión de anclar esta energía en la Tierra. Pero en el ciclo de vidas en el cual ustedes trataron de hacer esto siempre han experimentado mucha resistencia. Y esto ha causado mucho daño en su cuerpo emocional. El cuerpo emocional no es nada más que el niño dentro de ustedes. Su niño interior es la parte vivaz, libre de ustedes mismos que espontáneamente actúa y reacciona desde estas emociones. Este niño ha sufrido mucho durante las vidas en las cuales ustedes buscaron llevar a cabo su misión de sembrar la energía de Cristo en la Tierra.

Una parte de ustedes está siempre inspirada cósmicamente y, desde el nivel de su ser superior o alma, ustedes conocen y sienten el significado de todo lo que les sucede. Ustedes pueden ver las cosas desde una perspectiva de luz y de conocimiento. Pero hay otra parte de ustedes que es su personalidad terrenal. Ésta es el niño interior o su ego, es su humanidad, como quieran que puedan llamarla. En este nivel de ustedes, puede haber mucho temor y falta de comprensión acerca de lo que les está sucediendo, incluso si su alma sabe que ‘todo está bien’ y que sirve a un (más elevado) propósito.

Durante sus vidas en la Tierra, ustedes a menudo fueron inspirados a sembrar semillas de Luz en la forma de nuevas ideas o actitudes, pero frecuentemente ustedes fueron mal comprendidos por su entorno. Ustedes fueron rechazados, abandonados o incluso aniquilados. Estas experiencias de ser mal recibido dieron como resultado mucho trauma emocional. El niño dentro de ustedes no comprende por qué ha merecido desaprobación cuando solo quieren hacer y dar lo mejor en el dificil sendero de la luz divina. Su alma entendió, pero su ser terrenal, su cuerpo emocional, ha tenido que tratar con experiencias profundamente dolorosas y traumáticas que resultaron de la persecución, violencia y desaprobación. Algunos de ustedes llevan estos traumas dentro de ustedes como dolorosas cicatrices en el alma.

Todos ustedes han venido a la Tierra a traer Luz dentro de esta realidad, comenzando desde una historia pasada que es totalmente complicada. (Para saber la historia completa ver la Serie de los Trabajadores de la luz, en otro lugar en este sitio). Yo sólo necesito mencionar que también hubo involucrado un tipo de karma personal cuando ustedes decidieron comenzar su ciclo de vidas en la Tierra. Ha habido épocas en la cuales ustedes mismos estuvieron inmersos en la oscuridad, viviendo para ganar poder y control sobre, entre otros, las almas terrestres. Su misión en la Tierra fue compensar por estas vidas anteriores, devolver amor y justicia a la humanidad.

Mientras esta inspiración, esta antorcha de Luz, estuvo ardiendo intensamente en sus corazones, al mismo tiempo hubo una falta de comprensión en la parte del niño interior de ustedes mismos. Y por lo tanto, surgió esta cuestión de la ira espiritual. La parte del niño interior dentro de ustedes no tuvo entendimiento de su propia contribución kármica a la oscuridad, y proyectó el enojo fuera de sí mismo. La parte del niño interior dentro de ustedes quiso luchar por el bien y la justicia desde impulsos emocionales. La parte del niño dentro de ustedes no comprendió la resistencia y la lentitud de la realidad terrestre, y fue impaciente. Partiendo de esta parte de niño, nació la ira espiritual.
La ira espiritual significa que ustedes pueden ser inmensamente afectados por la maldad del mundo, por el sufrimiento de gente inocente, por la destrucción de la tierra, por los destrozos de las plantas, de los árboles y del mundo animal. Todas estas cosas… inequidad política y social, la aparentemente innecesaria muerte de diez mil niños, las guerras, la violencia… Estos son asuntos que los afectan a ustedes profundamente y los cuales pueden fomentar ira y enojo dentro de ustedes, como resultado de lo cual ustedes se sienten impotentes y sufren en profundidades jamas comprendidas por quienes comparten a su alrededor.

Es una característica de los Trabajadores de la Luz el dejarse llevar por esta ira e ir más allá de sus límites en esto. Ellos se pierden a ellos mismos en su deseo de cambiar y mejorar el mundo. Esto puede ser pasión por cambiar las cosas en un nivel político o social, o puede emerger como un deseo de ayudar a la gente en un nivel personal, como una profesión o en su vida privada.

El deseo de ayudar y cambiar las cosas a menudo contiene una forma de ira espiritual, aunque esto puede no ser perceptible. Después de todo, ustedes parecen simplemente ‘querer lo mejor’ para alguien más o para la sociedad. Pero seguramente, hay cólera dentro de ustedes cuando se sienten inclinados a forzar a alguien – no importa cuán sutil – a cambiar su comportamiento o sus emociones. Con frecuencia, ustedes no notan que el tiempo aún no está maduro para ellos.

Cada vez que ustedes sienten una intensa indignación o una enorme pasión por cambiar las cosas, o cuando tienen sentimientos de impotencia y enfado hacia las cosas como son, están en la trampa de la ira espiritual. Ustedes quieren lograr mucho al mismo tiempo. Ustedes no están viendo la realidad como es, porque están capturados por una emoción, la emoción de la ira. Yo les pido a ustedes que sean conscientes de esto y que lo suelten, porque esta clase de inspiración que en realidad está cargada con ira los saca de su centro. No les va a brindar la verdadera inspiración, la paz y la quietud en su cuerpo emocional, que los ayuda a encarnar su Luz en la Tierra.

Ustedes logran encarnar verdaderamente su Luz en la Tierra estando enteramente centrados en su propio ser, en un estado de la mente puro y calmo. En este estado ustedes pueden sentir que están en el mundo pero no son de él. Ser del mundo significa que ustedes atribuyen valores a todo lo que observan con sus sentidos: violencia, guerra, enfermedad, destrucción. Si ustedes consideran esto solamente con sus sentidos físicos, fácilmente pueden obtener ira. Por lo tanto, nosotros les pedimos que den un paso atrás y que sientan internamente qué dinámica espiritual está teniendo lugar en las cosas que los perturban.

Hay un significado secreto en el sufrimiento. Cada alma, cada ser viviente que está aquí sobre la Tierra está aquí para descubrirse, para expresarse y para aprender más acerca de qué es ser humano y espíritu al mismo tiempo. Cada alma sigue su curso de acuerdo a su propio camino de desarrollo. Y a ustedes se les pide que respeten esto, que den un paso atrás y que se concentren enteramente en ustedes mismos, en su propia Luz. La energía, la verdad, la vibración que posteriormente ustedes irradian invita a las personas (o a los animales o a las plantas) a entrar a su campo de energía y a experimentar su vibración sanadora. Éste es el trabajo por el cual ustedes vinieron. No hay necesidad de que ustedes luchen con la oscuridad de los demás. No hay necesidad de que por su celo y pasión se angustien por el atraso de los demás. Pelear no es beneficioso.

El verdadero trabajo espiritual único y real de todos los seres de luz es ser antes que hacer. Cuando su energía espiritual está en equilibrio, la energía sanadora que ustedes emiten a los demás fluye fácilmente y suave, sin esfuerzo físico o mental. Se siente ligera y serena, sin agotarlos. Las cosas y las personas aparecen espontáneamente en su camino y se vuelven a ustedes por sanación.
Cada vez que ustedes se cierren en indignación, malestar y enfado, incluso si esto concierne injusticia o sufrimiento que ustedes consideran insoportable de observar, yo les pido que den un paso hacia atrás y que se muevan hacia el centro de ustedes mismos. Entren al silencio y acepten que las cosas son como son. Acepten que todo completa su propio ciclo y que tiene su propio desarrollo, incluyendo a las personas que ustedes tanto aman. Déjenlos libres, ya nos tiempo de sufrir . Es suficiente con estar ahí para ellos, nada más y nada menos.

2. Depresión espiritual

La segunda trampa sobre la cual quisiera hablarles es la depresión o la melancolía. Recién he descrito en un resumen generalizado una historia en la cual todos ustedes, como Trabajadores de la Luz, han caído presos de la resistencia, de la persecución y de la violencia. Esto ha dejado cicatrices en su alma. Esto puede haberlos herido tan profundamente, que ustedes han perdido el coraje para verter su Luz una vez más en este mundo. Con frecuencia pueden sentirse depresivos y la vida puede parecerles sin significado. Pueden sentir que no son bienvenidos en este mundo, que no encajan aquí con su clase de energía. Sienten que son diferentes.

Los sentimientos de depresión o de tristeza resultan de una enorme falta de confianza en sí mismos. Por un lado, ustedes pueden saber muy bien que llevan una luz espiritual dentro, que ustedes son una persona sensitiva, compasiva y sabia. Pero por otro lado, hay un niño interno herido dentro de ustedes que quiere obtener reconocimiento y valoración del mundo externo. Hay una parte de ustedes que implora por atención exterior y seguridad. Pero nunca parecen obtener suficiente de esto, o no pueden encontrar la clase de reconocimiento que realmente buscan, porque ustedes son diferentes. A menudo, su entorno no reconoce el ustedes real y por lo tanto no puede admitirlos y nutrirlos.

Su niño interior herido nunca será sanado por algo que venga desde el exterior, Por ninguna practica ni ayuda externa de los demás, sino solamente por ustedes mismos, su propio poder y sabiduría. Es cuidando de su propio dolor y pena, y teniendo fe en ustedes mismos en los momentos en que nadie la tiene, que ustedes realmente logran la confianza en ustedes mismos. Una vez que han abierto esta fuente de poder, atraerán otro entorno, uno que los refleja a ustedes y a sus aspiraciones más profundas.

Todos los que sufren de melancolía espiritual o de depresión experimentan un fuerte deseo de trascender la realidad terrestre y de retornar a una atmósfera de armonía y de luz, en la cual prevalezcan la paz y la seguridad. A todos ustedes yo les pido…… les ruego a sus almas que confíen y permanezcan firmes otra vez en su Luz interior. La Luz que provee amor y seguridad está disponible para ustedes aquí y ahora. Está ardiendo en su propio corazón y tan sólo les está pidiendo que enfoquen su atención sobre ella otra vez. Nosotros (en el más allá) estamos impacientes de alivianar su carga, pero nadie puede ayudarlos en tanto ustedes no crean en su propia Luz y echen luz dentro de ustedes mismos.

Es extremadamente importante no dejarse empantanar por sentimientos de abatimiento, victimatum o depresión. Esta es una trampa peligrosa en la cual ustedes podrían perder su camino completamente, porque pierden contacto con quienes ustedes realmente son: la criatura de luz que habita en ustedes. En momentos de depresión o de nostalgia, puede serles útil permanecer quietos y tan solo respirar. Estén conscientes del movimiento respiratorio por todo su cuerpo, y con cada inhalación y exhalación ustedes pueden decir en voz alta (o suavemente por dentro): ‘Yo soy quien yo soy. Yo soy bueno como soy.’ Yo me amo y me acepto tal y como soy.

Yo los rodeo con mi Luz. Una vez que hayan abierto ligeramente la puerta hacia más confianza en ustedes mismos, un sentimiento de dignidad que realmente proviene completamente de su ser interior, la Luz brillará dentro. La Luz de nuestro propio Ser Superior, la Luz de la energía de Cristo y la Luz de todos los ayudantes, guías y ángeles quienes los apoyan y aman desde los reinos en torno a la Tierra.

El tiempo de la transformación ha llegado. Justo ahora, cuando el momento es difícil, yo les pido que continúen con las cabezas en alto y que se enfoquen en el horizonte de la Nueva Era. Una realidad de armonía y de amor los está esperando; es su herencia y muchos de ustedes gozarán de esto incluso en esta vida. La clave es tener fe en ustedes mismos y confiar en que se les dará todo lo que necesiten. No le teman a la oscuridad, porque la Luz es más fuerte. La Luz nunca será derrotada. La Luz está esperando en amor y paciencia hasta que ustedes extiendan su mano y abran la puerta.

3. Miedo de su propia fuerza

Finalmente, quiero mencionar otro obstáculo que causa mucha conmoción en su cuerpo emocional. Yo aún estoy hablando aquí acerca de energías que los restringen de alcanzar paz interior y claridad. Puede ser ira, puede ser depresión, pueden ser apegos, pero también puede ser miedo y éste es el tercer obstáculo.

El miedo principalmente tiene que ver con una falta de confianza en sus propias inspiraciones, sentimientos e intuiciones. Si ustedes dudan de sus propios sentimientos, se inquietan mucho e invocan una serie completa de emociones que los lleva más y más lejos de su centro. Cuando están llenos de temor, su intuición es bloqueada. El intelecto y las emociones dominan y posteriormente crean una situación caótica de oscuridad. Porque el intelecto y las emociones necesitan de la intuición, del corazón, como un cimiento. Sólo entonces ellos pueden servirles de un modo útil.
Si ustedes excluyen el corazón, el intelecto trabajará más del tiempo regular y las emociones no tendrán un momento de paz. Entonces el miedo puede adquirir dominio sobre ustedes y manifestarse en toda clase de situaciones bloqueándolo todo. Ustedes pueden dudar de su habilidad de hacer las cosas que normalmente son capaces de hacer y pierden su capacidad de logro, Así se sienten impotentes e incapaces, lo que los anula y los mantiene en muy bajos niveles de luz, vibración y espiritualidad. En este estado de confusión también crean caos a su alrededor pero no lo ven ni lo aceptan. Encarar sus miedos, sus incongruencias, sus creencias, sus luchas, sus desafíos se hace prioridad siempre con ética, impecabilidad y verdad.

Traducción del inglés al español: Sandra Gusella

Fuente: http://www.jeshua.net/esp/

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Momentos a Solas 11

Evite convivir entre personas que no le son afines.

Busque a quien pueda aumentar algo a la mente y al espíritu. Evite las personas fútiles, mentirosas y chismosas. Ellas rebajan su imagen.

Conviva siempre en un medio que le brinde beneficios, en donde pueda aprender y crecer.

Evite los falsos amigos y dé mucho valor a los que lo aprecian.

Tomado de: Momentos a Solas de Iran ibrahim Jacob.

martes, 4 de septiembre de 2012

Momentos a solas 10

Al encontrarse a alguien en su camino, salude siempre sonriendo y emitiendo vibraciones de paz, salud y prosperidad para esa persona.

Si es enemigo, trate de hacer lo mismo. Si acaso no lo logra, por lo menos intente ignorar a esta persona. No envíe pensamientos de disgusto y revuelta contra ella.

Los pensamientos negativos son como los rayos del sol en un espejo. Usted, exclusivamente usted, será el gran perjudicado.

Sonría siempre para atraer la salud y expulsar la enfermedad.

Tomado de: Momentos a Solas de Iran Ibrahim Jacob