¡Felicitaciones eres bienvenido!

Querid@ amig@, recibe mi cordial saludo; de alguna manera, tu visita al Blog, no es casualidad sino que es CAUSAL, sí, así como lo afirmo, es propio de la causa que mueve nuestras propias sensaciones en este hermoso Universo creado por un SER SUPREMO. Aquí eres bienvenid@ sin distingo de raza, credo o religión ni status social... ¡Somos herman@s e hij@s de la misma creación! ... Y teniendo en cuenta que en el crecimiento personal, la libertad de credo, de pensamiento y de expresión, y el respeto por la diferencia constituye un factor importante de amor y comprensión; por tal, lo que se expone en este blog puede ser de su interés, tal y como lo es para quien lo administra.

miércoles, 18 de abril de 2012

Mirarnos En El Otro

Mirarnos En El OtroPor Enriqueta Olivariwww.sanatualma.com
En verdad todos somos espejos unos de los otros. Para alcanzar esta percepción, hay que tener en cuenta que no existe una línea divisoria entre “afuera” y “adentro”, sino que todo está unido, y lo que nos sucede es un reflejo de nuestra realidad interna. Por eso si tú cambias, todo cambia en tu mundo, literalmente.
El más claro espejo de lo que sentimos, pensamos y hacemos podemos encontrarlo en las personas que nos rodean. Cada una de ellas refleja un aspecto de nosotros mismos, aunque es necesaria la honestidad con uno mismo para reconocerlo.

Aquello que admiras en los demás, lo reconoces y aprecias porque tú también lo llevas dentro. Puedes hacer la prueba: fíjate en una persona que te encanta, y descubre qué características te atraen en ella. Luego deja de lado todo lo que te han dicho acerca de cómo eres o cómo deberías ser, y observa: ¿puedes ver esos talentos y cualidades dentro de ti? Si pones a un lado tus juicios y críticas y te aceptas a ti mismo, verás que es así, aunque quizás esas cualidades estén latentes, esperando a que las reconozcas para entonces desarrollarlas. De este modo, esa persona quizás sea un espejo de tu futuro.

Lo mismo sucede con aquellas personas que nos producen un fuerte rechazo. Si eres honesto contigo mismo y apartas lo que piensas que es admisible o censurable, verás que aquello que no te gusta de alguien es una característica tuya que juzgas y no aceptas. El camino entonces es aceptar aquello que juzgabas, amarte a ti mismo también con aquello. ¡Y muchas veces reírse de uno mismo opera verdaderas maravillas!

Entonces el otro ya no te fastidia, simplemente ha hecho el papel de espejo, y puedes sentirte agradecido por la ayuda que, sin proponérselo, te ha brindado.

Sin embargo esto tiene muchos matices. Si eres una persona amorosa y llevas la armonía a todas las situaciones de tu vida, por ejemplo, y de repente aparece en tu realidad una persona conflictiva, quizás esa persona esté reflejando sólo una parte de ti que pertenece al pasado, y que ya no corresponde con quien eres ahora. En ese caso, quizás la lección sea poner límites, o por amor a ti mismo alejarte de ella, con perdón y desapego.

Otra posibilidad es elegir conscientemente que ella no te afecte, y enviarle tu Amor y comprensión, pues es probable que esa persona actúe así por no amarse a sí misma lo suficiente. Entonces también puedes sentir gratitud, pues el otro te está dando la oportunidad de ser aún más amoroso y compasivo.
De este modo vamos descubriendo que en realidad “el otro” no existe. Sólo existe la Unidad, y cada persona es una parte de nosotros mismos que anhela el Amor, la paz, la armonía y retornar a la Unidad olvidada o perdida.

Símbolo de copyright Enriqueta Olivari. Se pueden reproducir los contenidos, pero citando a la autora y el sitio: www.sanatualma.com

martes, 10 de abril de 2012

Las Siete Herramientas del Amor



Es una adaptacion realizada, en principio, por Fernando Uribe S. el 24 de mayo de 2004, de una recopilación que hizo el condiscípulo, don César Zamorano E., de algunas enseñanzas del maestro Gerardo Schmedling Torres; luego, contiene otra adaptación de Ramón Collante, el 26 de junio de 2007, modificando las renuncias por afirmaciones de aceptación y con ello evitar “LO QUE RESISTES, PERSISTE” Carl Young.”.

Se cita todo el texto:

"LAS SIETE HERRAMIENTAS DEL AMOR*
ACEPTO que el propósito del Padre es perfecto y que todo lo que ocurre en mi vida es el resultado de mis actos. Acepto que puedo permitir que cada persona tenga su propia experiencia de vida y, en su lugar, trabajaré sobre mí mismo. Acepto que puedo comprender el orden perfecto del Universo y sus procesos necesarios.
ASUMO el resultado de mis actos, decisiones y de mi experiencia de vida. ASUMO que mis pensamientos, sentimientos y emociones los genero yo mismo y no lo que sucede a mí alrededor, ni mucho menos lo que piensen, digan, hagan o dejen de hacer los demás. Acepto que puedo comprender que: El culpable no existe. 
ACTÚO con total eficacia y serenidad ante toda circunstancia que se presente, dando lo mejor de mí en todos los entornos que me corresponda participar. Acepto que puedo respetar de pensamiento, palabra y obra a todo ser humano que encuentre en mí caminar y tendré absoluta firmeza y lealtad con los acuerdos y compromisos que libremente establezca. El hacer es la clave del tener.
AGRADEZCO TODO lo que tengo y por comprender que toda circunstancia es una oportunidad que nos da la vida  para aprender y hacer mi desarrollo espiritual porque tienen un profundo propósito de amor para reconocer las leyes Universales.
VALORO y  disfruto intensamente todo lo que tengo y todo lo que hago.  Reconozco que siempre tengo conmigo todo lo que me merezco, y valorándolo, desarrollaré la capacidad para disfrutar nuevas cosas y relaciones. Acepto que puedo comprender que cada día recibiré con más amor el fruto de mi siembra.
RESPETO a todas las personas en sus ideas, costumbres, creencias, comportamientos, y en su derecho a tomar sus propias decisiones. Acepto que respetare a toda persona porque comprendo que cada quien hace lo mejor que puede con lo mejor que sabe, y no soy yo quien para juzgarlo.  Daré información de sabiduría sólo a quien la pida expresamente o a quien acepte mi ofrecimiento sutil por respetuoso.
ADAPTO (me) sin reservas al lugar donde me corresponde cumplir funciones para lograr en él una vida llena de satisfacciones.  Acepto que puedo comprender cada circunstancia que me corresponde vivir porque mi felicidad  está en nuestro interior y no afuera y depende de mí.

¡A partir de hoy sólo pensaré lo mejor, sólo diré lo adecuado y sólo haré lo necesario!

(Se recomienda su programación mental y práctica diarias, hasta que sea automático, como lo otro que remplaza)."

lunes, 9 de abril de 2012

La sabiduria del silencio



Adaptación a redacción en primera persona.

1.        Hablo simplemente cuando es necesario. Pienso lo que voy a decir antes de abrir la boca. Soy breve y preciso ya que cada vez que dejo salir una palabra, dejo salir al mismo tiempo una parte de mi chi. De esta manera aprendo a desarrollar el arte de hablar sin perder energía. Nunca hago promesas que no puedo cumplir. No me quejo y no utilizo en mi vocabulario palabras que proyecten imágenes negativas porque se producirá alrededor de mi todo lo que he fabricado con mis palabras cargadas de chi.

1.        Si no tengo nada bueno, verdadero y útil qué decir, es mejor quedarse callado y no decir nada. Aprendo a ser como un espejo: Escucho y reflejo la energía. El universo mismo es el mejor ejemplo de un espejo que la naturaleza me ha dado, porque el universo acepta sin condiciones mis pensamientos, mis emociones, mis palabras, mis acciones y me envía el reflejo de mi propia energía bajo la forma de las diferentes circunstancias que se presentan en mi vida.

1.        Si me identifico con el éxito, tengo éxito. Si me identifico con el fracaso, obtendré fracasos. Así puedo observar que las circunstancias que vivo son simplemente manifestaciones externas del contenido de mi habladuría interna.

1.        Aprendo a ser como el universo, escuchando y reflejando la energía sin emociones densas y sin prejuicios. Porque siendo como un espejo sin emociones aprendo a hablar de otra manera. Con el poder mental tranquilo y en silencio, sin darle oportunidad de imponerme con mis opiniones personales y evitando que tenga reacciones emocionales excesivas, simplemente permito una comunicación sincera y fluida.

1.        No me doy mucha importancia, y soy humilde, pues cuanto más me muestro superior, inteligente y prepotente, más me vuelvo prisionero de mi propia imagen y vivo en un mundo de tensión e ilusiones. Soy discreto, preservo mi vida íntima, de esta manera me libero de la opinión de los otros y llevare una vida tranquila volviéndome invisible, misterioso, indefinible, insondable como el Tao.

1.        No compito con los demás, me vuelvo como la tierra que nos nutre, que nos da lo que necesitamos. Ayudo a los otros a percibir sus cualidades, a percibir sus virtudes, a brillar. El espíritu competitivo hace que crezca el ego y crea conflictos inevitablemente. Tengo confianza en mí mismo, preservo mi paz interna evitando entrar en la provocación y en las trampas de los otros.

1.        No me comprometo fácilmente. Si actúo de manera precipitada sin tomar conciencia profunda de la situación, me voy a crear complicaciones La gente no tiene confianza en aquellos que muy fácilmente dicen “sí”, porque saben que ese famoso “sí” no es sólido y le falta valor. Tomo un momento de silencio interno para considerar todo lo que se presenta y tomo mi decisión después. Así desarrollare la confianza en mí mismo y la sabiduría.

1.        Si realmente hay algo que no se, o no tengo la respuesta a la pregunta que me han hecho, lo acepto. El hecho de no saber es muy incómodo para el ego porque le gusta saber todo, siempre tener razón y siempre dar su opinión muy personal. En realidad el ego no sabe nada, simplemente hace creer que sabe.

1.        Evito el hecho de juzgar y de criticar, el Tao es imparcial y sin juicios, no critica a la gente, tiene una compasión infinita y no conoce la dualidad. Cada vez que juzgo a alguien lo único que hago es expresar mi opinión muy personal y es una pérdida de energía, es puro ruido. Juzgar es una manera de esconder mis propias debilidades. El sabio tolera todo y no dirá ni una palabra.

1.        Recuerdo que todo lo que me molesta de los otros es una proyección de todo lo que todavía no he resuelto de mi mismo. Dejo que cada quien resuelva sus propios problemas y concentro mi energía en mi propia vida. Me ocupo de mi mismo, no me defiendo.

1.        Cuando trato de defenderme en realidad estoy dándole demasiada importancia a las palabras de los otros y le doy más fuerza a su agresión. Si acepto el no defenderme estoy mostrando que las opiniones de los demás no me afectan, que son simplemente opiniones y que no necesito convencer a los otros para ser feliz.

1.        Mi silencio interno me vuelve impasible. Hago regularmente un ayuno de la palabra para volver a educar al ego que tiene la mala costumbre de hablar todo el tiempo. Practico el arte de no hablar. Tomo un día a la semana para abstenerme de hablar. O por lo menos algunas horas en el día según lo permita mi organización personal. Este es un ejercicio excelente para conocer y aprender el universo del Tao ilimitado en lugar de tratar de explicar con las palabras qué es el Tao.

1.        Progresivamente desarrollo el arte de hablar sin hablar y mi verdadera naturaleza interna reemplazará mi personalidad artificial, dejando aparecer la luz de mi corazón y el poder de la sabiduría del silencio. Gracias a esta fuerza atraigo hacia mi todo lo que necesito para realizarme y liberarme completamente. Pero tengo cuidado de que el ego no se inmiscuya. El poder permanece cuando el ego se queda tranquilo y en silencio. Si mi ego se impone y abusa de este poder el mismo poder se convertirá en un veneno, y todo mi ser se envenenará rápidamente.

1.        Me quedo en silencio, cultivo mi propio poder interno. Respeto la vida de los demás y de todo lo que existe en el mundo. No trato de forzar, manipular y controlar a los otros. Me convierto en mi propio maestro y dejo a los demás ser lo que son, o lo que tienen la capacidad de ser. Dicho en otras palabras, vivo siguiendo la vida sagrada del Tao.
Texto taoísta traducido por Oscar Salazar