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miércoles, 6 de junio de 2012

Expresar los pensentimientos y el riesgo de perder el mensaje por la “forma”.

Expresar los pensentimientos[1]y el riesgo de perder el mensaje por la “forma”.

Hoy, al comenzar la jornada, ante un simple y sencillo incidente cotidiano, se presentó la oportunidad de retomar una frase que desde hace algunos meses le realizo un trabajo de interiorización: “Lo importante no es lo que quiero decir, sino lo que los otros sienten al escucharme”; el incidente llamo la atención sobre la “forma” en que exprese mis ideas y el lenguaje no verbal que utilice. También recordé algunas frases que se hicieron celebres entre algunos de mis colegas o compañeros de trabajo: “no es la música sino el tono con que la toquen…” ó “uno se siente avasallado, abrumado, “chiquitico”… ” ó “aunque tenga la razón uno siente que lo aplastan”…, y algunos otros que no es necesario citar.

Pues bien, sin duda, al expresar nuestros pensentimientos, y como aporte a una relación interpersonal fundamentado en el amor, la paz, la tranquilidad y la armonía, toda expresión se debe realizar con delicadeza y cortesía con el “otro” (el interlocutor), precisamente para contribuir en difundir adecuadamente la verdadera intención de amor que habite en el corazón de quien sugiere, aconseja, adopta y ordena una decisión o ejerce una autoridad (familiar o laboral, etc.).

Cuando se comunica un pensentimiento sin hacerlo con la debida “forma” (delicadeza y cortesía) nos exponemos a que el mensaje se pierda y que el “otro” no lo atienda. Durante mi experiencia, he escuchado frases como: “si me lo hubiera dicho de otra manera quizás lo hubiera atendido”; “si me lo hubiera pedido de otra forma se lo hubiera concedido”; “eso no se hará porque así tenga la razón, esa no es la forma…”, etc...

Soy consciente que en este Universo, somos un todo, y todos -creámoslo o no- estamos interconectados –consciente o inconscientemente- y existe una razón de ser del ¿por qué éste o aquel personaje se cruzó en nuestras vidas?   En consecuencia, también toda relación interpersonal, con sus acciones y pensentimientos, tienen una razón de ser y existe un ¿por qué? Igualmente, todos, sin excepción, estamos dotados de una inteligencia racional, otra emocional, e inclusive, aunque no lo crean, una inteligencia espiritual, las cuales deberían actuar de manera integral y equilibrada para nuestro bienestar individual y colectivo.

Con base en lo anterior, me he cuestionado durante muchos años y ¿qué pasa con el mensaje? ¿por qué no recibimos, evaluamos, discernimos sobre el mensaje, independiente de la forma en que no los hayan expresado alguien? No he llegado a una respuesta sencilla y concreta y desearía recibir comentarios de cuales serian las razones. No obstante, he observado y especulado un poco respecto a la actitud producto de los modelos mentales de cada quien, y que, de alguna manera, estructuran el “ego”, adoptando posturas egocéntricas y con vestigios de un mal comprendido “orgullo”. Sin embargo, es una mera conjetura, porque únicamente cada quien, en el fondo de su corazón, conoce cuál es la verdadera razón para desestimar un mensaje únicamente por el hecho que se expuso de una “forma” inadecuada, desatendiendo posibles beneficios o utilidad tanto personal como colectivo que el Universo colocó a su disposición, a través de alguien que quizás no está dotado de la “forma” adecuada para expresarse asertivamente pero si de un entendimiento dotado por el mismo Universo.

Si tú estás leyendo este articulo y me conoces personalmente, sonreirás…, y pensaras…, “… el Doc. (otros, el jefe, o mi pá, o mi hermano…), siempre con sus escritos que nos pone a pensar y con su… (no sé: prepotencia?, soberbia?, ilusión?, amor?  … y yo acá, me sonrío… y me respondo: “yo soy el que soy” y con intención de mucho amor…)… pero, quien no me conoce, tiene una gran oportunidad para reflexionar y responder algunas de las preguntas arriba expuestas pero especialmente, revisar cuantas veces ha desestimado pensentimientos de su padre o madre, herman@s, amig@s, colegas o compañeros, etc., solo por el hecho de no estar acorde con el modelo mental de cómo deben expresárseles…, y en caso que existan, dar gracias al Altísimo (o a quien o en que deposita su creencia) que puede ir o llamar a esa persona y decirle: “…sabes que, me he dado cuenta que me amas…, que todas las cosas que me expresaste siempre estuvieron cargada de la intención de amor para mi bienestar… sólo te pido que en el futuro cuando me expreses tus pensamientos los hagas con delicadeza y cortesía, te escuchare, valorare y agradeceré tu intención… te amo!”.

Repitiendo al poeta Antonio Machado: “caminante no hay camino, se hace camino al andar…

 Hermano lector, que el Altísimo te bendiga en prosperidad y abundancia, en todos los sentidos de tu vida, en unión de quienes ama.

Hasta pronto,

RAMÓN JOSÉ COLLANTE DE LAS SALAS



[1] Sí, la palabra aunque no se encuentra en el diccionario, pretende recoger que, al fin de cuenta, cuando expresamos algo, lo hacemos a partir de una idea o pensamiento pero cargadas de emociones y sentimientos. Obviamente, comprendiendo que la primera, las emociones, son inconscientes, y de alguna manera, construyen los sentimientos por una evaluación  conscientes de la percepción que causó una emoción.