Cada vez
que nos damos cuenta de que no está bueno lo que estamos haciendo; cuando
sentimos en nuestro interior que podríamos hacer otra cosa mejor, pero aún así,
decidimos no darnos por enterados, finalmente pagamos un costo.
Veamos
juntos un poco de qué hablo…
Imaginémonos que estás teniendo problemas para poner límites con los horarios dentro de tu espacio laboral. Te lo vienes diciendo -“tengo que cambiar esto”-, pero aún sigue siendo un tema pendiente.
Y por
una u otra razón, cada día te vas fuera de horario. Pagas costos por tu falta
de Asertividad, pero los minimizas u optas por no verlos. Por ejemplo, llegas a
tu casa cada día agotado, casi no vas al gimnasio desde hace tiempo, compartes
muy poco tiempo con tus hijos, y ni pensar -por supuesto- en verte con tus
amigos.
Finalmente
todos esos son los costos que vas pagando... Un día tu jefe –acostumbrado a tu
sí permanente- te pide a último momento que le hagas un favor muy
importante. Le dices que sí. Las cosas no salen tan rápido como esperas y
finalmente te pierdes el acto escolar que tu hijo hace meses viene preparando,
y con el que estaba tan ilusionado que compartiría contigo. La escena de
después no hace falta que te la cuenta porque puedes imaginarla...
Y aquí lo tienes: te sientes muy mal, finalmente el costo más caro ha llegado. Aunque no te das cuenta, has elegido pagar ese costo para aprender la lección. Y hoy mismo te preguntas y te replanteas ¿Cómo pude llegar hasta aquí?
Lo que
te planteo es que fuiste teniendo día a día aviso de que ese aprendizaje
pendiente se cobraba cada vez costos más altos en tu vida, pero no los atendías.
Aunque
he tomado un pequeño ejemplo a nivel laboral, esto nos pasa todo el tiempo y en
todos los ámbitos. Demoramos aprendizajes sin pensar que, por no nos esforzamos
un poco ahora en cambiar ese hábito, estamos eligiendo un costo más alto
A veces,
nos conformamos con explicaciones tranquilizadoras. Y nos decimos a nosotros
mismos: y bueno ¿Qué querías que haga?
Con
esto, me sereno, me digo a mi mismo que está bien lo que hice, que no necesito
hacerlo mejor. Aunque en el fondo, muy en el fondo, sé que no está bueno, puedo
sentir el sabor amargo de mi falta de aprendizaje. Muy dentro de mí sé que allí
está mi aprendizaje pendiente, que tengo capacidad para hacer algo mejor que
eso que hice. Y desde allí, sin darme cuenta –mientras pasa el tiempo- voy
eligiendo cada día pagar un costo más alto por la misma lección, voy eligiendo
que mi lección pendiente me siga a donde quiera que vaya…
Y veo
cada vez cómo en la vida de algunas personas esos costos no tienen retorno.
Infinitas
gracias por leerme. Le das sentido a que lo escriba
Un abrazo muy grande
Cristina Perrucci[1]
Preguntas
para RefleAccionar
¿Qué
aprendizaje estás demorando? ¿Qué crees que te demora? ¿Qué costos estás pagando
para aprender? ¿A qué le estás dando prioridad al no aprender? ¿Qué es de verdad
importante para ti? ¿Cómo podrías facilitarte el camino para aprender ese
pendiente?
[1] Directora
General de COCREAR Argentina. Licenciada en Psicología (U.A.I.)
Certificada en Coaching Ontológico (COCREAR) Diplomado en Business
Administration (UNIVERSIDAD DE BELGRANO).
No hay comentarios:
Publicar un comentario